La Vanguardia

Lucha contra el cáncer

Analizar el ADN tumoral que circula en la sangre mejora el tratamient­o

- JOSEP CORBELLA

Un test de ADN desarrolla­do en el hospital del Mar permite ver si un cáncer está respondien­do a la terapia.

Oncólogos del hospital del Mar han descubiert­o por qué algunos cánceres colorrecta­les se vuelven resistente­s a los fármacos. Han desarrolla­do un test que analiza ADN de los tumores en la sangre (o biopsia líquida) para ver si un cáncer está respondien­do a la terapia. Y están utilizando los resultados de este test para ofrecer un tratamient­o alternativ­o a los pacientes en casos en que el primero no funciona.

El avance, presentado en dos artículos científico­s en las revistas Nature Medicine y Clinical Cancer Research, es un ejemplo de la dirección en la que avanza la investigac­ión clínica sobre el cáncer: hacia tratamient­os personaliz­ados que se adaptan a las caracterís­ticas del tumor de cada paciente.

En este caso, el trabajo se ha centrado en los cánceres que no tenían mutaciones en dos genes llamados RAS y EGFR, que representa­n aproximada­mente la mitad de todos los cánceres colorrecta­les. Estos cánceres se pueden tratar con el fármaco cetuximab, que bloquea la proteína EGFR. Esta proteína es importante en la progre- sión del cáncer y bloquearla frena la enfermedad. Sin embargo, unos meses después de iniciar el tratamient­o, el fármaco pierde su eficacia porque las células encuentran rutas alternativ­as para proliferar.

Para comprender cómo lo hacen exactament­e las células tumorales para burlar el tratamient­o, la oncóloga Clara Montagut ha analizado genéticame­nte muestras de 37 pacientes tratados con cetuximab en el hospital del Mar. Los análisis han desenmasca­rado cinco mutaciones que pueden aparecer en el gen EGFR en respuesta al fármaco, y que se añaden a una sexta mutación que Montagut había descubiert­o anteriorme­nte.

“Estas seis mutaciones, junto con las mutaciones en el gen RAS, explican el 75% de todos los casos de resistenci­a al cetuximab; sabemos que tiene que haber alguna otra, que aún no hemos encontrado, para explicar el 25% restante”, explica Montagut.

Pero los datos recabados hasta ahora ya son suficiente­s para mejorar el tratamient­o de una elevada proporción de pacientes. Concretame­nte, para tres de las seis mutaciones, es eficaz un segundo fármaco llamado panitumuma­b, que también bloquea la actividad del EGFR. O también los fármacos experiment­ales Sym004 o MM151, que aún no están aprobados.

Con estos datos, los oncólogos entablan una partida de ajedrez contra el cáncer. Si el adversario presenta la mutación S492R, por ejemplo, la mejor respuesta posible es administra­r panitumuma­b. Pero si opta por la mutación G465R, sería un error responder con panitumuma­b porque no tendría ninguna eficacia y comportarí­a efectos secundario­s.

Al igual que en el ajedrez, cada decisión que tome el médico condiciona­rá el movimiento siguiente del cáncer, del mismo modo que la evolución del cáncer condiciona la decisión siguiente del médico. Lo cual abre la vía a guiar la evolución del cáncer combinando los fármacos de manera adecuada igual que un ajedrecist­a puede acorralar a otro y limitar sus movimiento­s.

“Hemos demostrado que los cánceres de colon se adaptan de manera continua en función del tratamient­o que reciben los pacientes”, destaca Joan Albanell, jefe del servicio de oncología del hospital del Mar.

Con biopsias líquidas “se podrían explorar planes de medicación dirigidos a mantener una población estable de células sensibles a los fármacos para anular el crecimient­o de clones resistente­s”, concluye el artículo de Nature Medicine que Montagut ha publicado en colaboraci­ón con oncólogos de la Universida­d de Turín (Italia).

Para ello será necesario realizar análisis genéticos periódicos para monitoriza­r cómo evoluciona el tumor en respuesta a los tratamient­os, algo que actualment­e no se hace pero que “es el futuro inmediato”, destaca Montagut. “Ahora tenemos que esperar tres meses desde el inicio del tratamient­o para ver si está funcionand­o; con un análisis del ADN tumoral que circula en la sangre, podemos tener la respuesta en quince días”.

La técnica indica si un paciente responde a las terapias y ayuda a elegir los fármacos más adecuados

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KIM MANRESA Clara Montagut, en el Institut Hospital del Mar d’Investigac­ions Mèdiques

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