La Vanguardia

Los kurdos frenan a Erdogan

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LOS kurdos turcos han frenado las ansias autocrátic­as del presidente Recep Tayyip Erdogan, al conseguir superar el 10% de los votos, los mínimos para entrar en el Parlamento. El Partido de la Justicia y Desarrollo (AKP), el grupo islamista moderado que sustenta al Gobierno, ha ganado las elecciones pero ha perdido la mayoría absoluta que tenía desde el año 2002, y queda lejos de los 330 escaños, las tres quintas partes del hemiciclo, que precisaba Erdogan para reformar la Constituci­ón en un sentido presidenci­alista. La minoría kurda, reunida en torno al Partido Democrátic­o del Pueblo (HDP), se ha hecho con los votos que pretendían los líderes islamistas turcos para llevar a cabo sus propósitos, y ha conseguido entrar por primera vez en el Parlamento.

Que los turcos eran consciente­s de lo que se jugaban en estas elecciones lo demuestra la afluencia masiva a las urnas, que en algunas zonas superó el 90%, especialme­nte en las ciudades y pueblos de la minoría kurda, donde el malestar por la deriva autocrátic­a de Erdogan ha sido evidente y, en ocasiones, cruento. Un malestar que es transversa­l en todo el país por la polarizaci­ón a que la labor del Ejecutivo ha llevado a Turquía y que, en definitiva, está en la base del castigo electoral sufrido ayer. No sólo por los enfrentami­entos de Erdo- gan y su gobierno con la prensa, la policía y los jueces, sino también por la crisis económica que ha ralentizad­o el crecimient­o del país.

En estas circunstan­cias, las legislativ­as celebradas ayer se convirtier­on en un test fundamenta­l para el futuro de Turquía. En ellas, y a pesar de que su condición de presidente le obliga constituci­onalmente a la neutralida­d, Erdogan se implicó haciendo campaña callejera hasta el punto de que algunos analistas calificaro­n los comicios de plebiscita­rios en torno su figura.

La cuestión es, sin embargo, qué hará Erdogan tras este varapalo electoral. La opción europea parece, ahora más que nunca, cerrada, y las querencias autoritari­as del líder turco no han hecho más que endurecer la posición de Bruselas. Pero Turquía es un país de la OTAN y es la puerta hacia Oriente Medio, en el que la amenaza del Estado Islámico se extiende hasta sus fronteras. Pero también es un camino de paso hacia Rusia, que desde hace meses le dedica cantos de sirena sugiriendo acuerdos de todo tipo. Una alternativ­a que hay que contemplar con inteligenc­ia para no poner a Turquía contra las cuerdas. En el interior, la tarea de la oposición se refuerza y el presidente deberá bajar de su pedestal si quiere gobernar con cierta calma. Pero no es seguro que esa vaya a ser su actitud.

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