El triplete de Fiyi
La semana pasada, una selección nacional de fútbol ganó un partido por primera vez en la historia en una Copa del Mundo. Sucedió en Christchurch (Nueva Zelanda), donde se celebra el Mundial Sub-20 de fútbol. La selección en cuestión es la de las islas Fiyi, un Estado insular de Oceanía independiente desde 1970, y el nombre del estadio parece patrocinado por la corriente soberanista de Unió Democràtica de Catalunya: AMI Christchurch Stadium. La victoria, celebrada en el Pacífico Sur como si hubiesen ganado una final de Champions, fue contra la selección de Honduras, un rival teóricamente muy superior. En el primer partido del Mundial los fiyianos habían caído ante Alemania por 8-1, un resultado sólo un gol peor que el encajado por el equipo absoluto de Brasil en el último Mundial, pero ante Honduras Fiyi tuvo el día y ganó por 3-0, con goles de Verovou (13’), Salu Waqa (19’) y autogol del hondureño Kevin Álvarez (45’). El juego fiyiano fue muy limitado. He visto un resumen y, más allá de los goles, lo que se vislumbra es un ejemplo claro de ese fútbol llamado de patio de escuela.
Todas las crónicas destacan la emoción de los fiyianos. Algunos componentes de la selección se pusieron a llorar cuando escucharon el himno (supongo que eso hizo que muchos españoles añorados redifundiesen el microvídeo por Twitter) y tras la victoria no se lo creían. Fiyi no llega al millón de habitantes y no están acostumbrados a celebrar victorias deportivas. Pero estaba escrito que su primera victoria tenía que ser por tres goles desde la época victoriana. Victoria I de Inglaterra (1819-1901) fue reina durante 67 años (y en 1876 también fue proclamada emperatriz de India). La época victoriana se caracterizó por una embarazosa solemnidad que aún hoy hace de la monarquía británica una de las más ceremoniosas de Occidente. Pero la condición humana es veleidosa, de modo que aquella rigidez formal que asociamos al adjetivo victoriano también tuvo sus excepciones. Una de ellas relacionada, curiosamente, con las Fiyi (en inglés, Fiji). Según divulga el ludolingüista Peter Newby: “En 1874 la reina Victoria escogió Fiji entre los cuatro nombres que le propusieron sus generales porque le pareció que los tres puntitos consecutivos de las íes y la jota quedarían la mar de bien en los mapas donde debían constar aquellas islas recién conquistadas”. Los tres puntitos consecutivos de Fiji prefiguraban el triplete de goles con que se pasaron a los pobres hondureños por la piedra. Para celebrarlo parafrasearemos al gran Federico Trillo: “¡Viva Honduras!”.
A la reina Victoria le pareció que los tres puntitos consecutivos de las íes y la jota quedarían la mar de bien en el mapa