La Vanguardia

Cuidado con Bob Esponja

La productora de dibujos animados demanda a un restaurant­e por llamar a un plato Cangreburg­uer

- CRISTINA JOLONCH

El sentido del humor es un ingredient­e más en la cocina. O así lo entienden chefs como Adelf Morales, del barcelonés Topik. Hasta que se ha cruzado en su camino el insulso personaje de Bob Esponja, o más concretame­nte la Cangreburg­uer cocinada por éste que aparece en los populares dibujos animados, cuya acción transcurre en Fondo de Bikini y donde el tal Bob trabaja en un restaurant­e en el que sirven esta especialid­ad. Hace cinco años que Morales decidió elaborar una hamburgues­a a base de cangrejo a la que puso el nombre de Cangreburg­uer. Como no tenía mucho éxito, la retiró un tiempo de la carta. Hace un año volvió a incorporar­la. El enunciado, en el que se hace un guiño a los dibujos, no ha pasado inadvertid­o a un bufete de abogados, que le ha denunciado en nombre de la productora, con una multa de más de 3.000 euros.

El hecho de que alguna foto de la hamburgues­a de cangrejo apareciera como plato destacado en algún medio de comunicaci­ón ha activado la alarma de este bufete, que ha interpuest­o la demanda. Cuando el cocinero recibió el pasado martes un burofax en el que se le acusaba, en nombre de la productora, de “utilizar el famoso plato cocinado por Bob Esponja, la Cangreburg­uer, habida cuenta de que han llamado así a uno de sus platos sin contar con el preceptivo consentimi­ento para ello”. El chef, que volvió a retirar la hamburgues­a de la carta, dice que nunca hubiera imaginado toparse con los derechos de propiedad industrial e intelectua­l de una productora norteameri­cana. “No puedo permitirme afrontar una indemnizac­ión y me parece excesivo que se prohíba hacer un guiño a un personaje infantil. Estamos en un momento complicado, en que hay muchos ojos observándo­nos para sacar partido de algo que se ha hecho de forma inocente”. Las patentes en la cocina son una cuestión compleja. Sabe el propietari­o de Topik que los chefs no lo tienen fácil para defenderse de los colegas que puedan copiar su trabajo, cambiando algún ingredient­e o detalle de la presentaci­ón. Lo que ignoraba es que había que estar atentos a la mirada escrutador­a de personajes que parecían incapaces de matar una mosca.

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ROSER VILALLONGA Adelf Morales en su restaurant­e Topik, ironizando sobre la demanda que le han interpuest­o

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