La doble vida de Bravo
Esta semana declara el acusado de matar a la cajera de Cambrils y que regentaba un restaurante en Bilbao
Manuel Amancio Á.V. es Josu para los amigos y Bravo para la policía. Josu tenía el restaurante Aritz en Bilbao; Bravo formaba parte de una de las bandas de atracadores de bancos más buscada de España. El grupo dio casi cincuenta golpes entre el 2005 y octubre del 2010. El último, en Cambrils, acabó en tragedia y la banda se desintegró. La cajera de la sucursal del Banco Santander, Estela Calduch, de sólo 25 años, murió de un tiro en el cuello mientras buscaba desesperadamente billetes para entregárselos a Bravo, que según el fiscal era quien la apuntaba con un arma a través de la bandeja de seguridad del mostrador y quien apretó el gatillo. Esta semana continúa en la Audiencia Provincial de Tarragona, el juicio por este caso. Está previsto que Bravo, que se enfrenta a una pena de 25 años de prisión, declare el miércoles.
La doble vida de Bravo, que ahora tiene 46 años, llevó de cabeza a la policía. La investigación, bautizada como Cornisa, en alusión al ámbito geográfico en el que actuaba la banda (Galicia, Asturias, Cantabria, País Vasco y a veces en Catalunya), fue minuciosa y larga (cinco meses). Según los propios agentes –que declararon durante la semana pasada– también fue un ejemplo de coordinación. Por primera vez trabajaron mano a mano los Mossos d’Esquadra, la Policía Nacional, la Guardia Civil y la Ertzaintza.
Se intervino el teléfono del sospechoso e incluso se instaló un sistema de escucha en su vehículo. Y durante cinco meses, mientras vigilaban cada uno de sus movimientos, Bravo, Josu para los amigos, siguió abriendo a diario su restaurante y haciendo vida normal hasta que en marzo del 2011 fue detenido junto a otros cuatro integrantes de la banda.
Durante el primer día del juicio, la abogada de Bravo, que ar- gumenta que su cliente es inocente y que nunca estuvo en la sucursal bancaria de Cambrils, solicitó la nulidad de las escuchas argumentando que “se autorizaron basándose sólo con dos foto- grafías que aportó la policía y un fotograma del vídeo que grabó la cámara del banco”. Sin embargo, la petición fue denegada. El vídeo se proyectó durante una de las primeras sesiones del juicio. Las imágenes son duras y apoyan la tesis del fiscal: el acusado entró en la sucursal sobre las 8.44 horas junto con otro hombre que todavía no se ha identificado. Ambos iban disfrazados. Bravo con un peluca y barba negra y su cómplice con una gorra de béisbol, bigote y gafas. Mientras Bravo ponía la pistola en la bandeja de seguridad e intimidaba a la víctima, su acompañante vigilaba. Las imágenes muestran cómo la cajera buscaba billetes cuando se produce la detonación.
Según el fiscal, el disparo no fue un accidente: “Con la intención de atentar contra la vida de Estela, o siendo consciente de que con su acción podía causarle la muerte, disparó el arma de fuego”. A pesar del dantesco escenario, el sospechoso se dirigió entonces hacia la subdirectora y la directora de la sucursal, que habían salido del despacho al oír el disparo, las cogió por el brazo y las amenazó, aunque luego, el presunto asesino y su cómplice, optaron por huir sin botín.
En la calle estarían esperando otros integrantes de la banda, cuyo modus operandi consistía en huir rápidamente para retomar su rutina y no levantar sospechas. Y así fue hasta que Bravo fue detenido e ingresó en prisión. Sin embargo, dos años después quedó en libertad por “retrasos no justificados” durante la instrucción judicial, que seguía abierta cuando se habían superado los dos años de la detención. La decisión indignó a los familiares y amigos de Estela Calduch, que han esperado casi cinco años el juicio que acabará esta semana.
Tras el golpe de Cambrils, la banda, que había perpetrado casi cincuenta atracos, no volvió a actuar