La Vanguardia

Mazazo en Montilivi

El Girona se queda sin ascenso directo a Primera por un gol del Lugo en el añadido

- SÍLVIA OLLER

El Girona FC conoció ayer el rostro más cruel del fútbol. En el minuto 91 del partido más importante de su historia, cuando aún resonaban en el estadio de Montilivi las palabras del speaker pidiendo a la afición que no saltara al campo para poder llevar a cabo las celebracio­nes previstas, cuando los Mossos d’Esquadra tomaban posiciones alrededor del terreno para asegurarse de que la fiesta se celebraría con orden, cuando en las gradas los aficionado­s saltaban, gritaban y cantaban porque se veían en Primera División por primera vez en los 85 años de historia del club... un jugador argentino llamado Pablo Caballero, que se había perdido las dos últimas jornadas por lesión, marcaba el gol que daba el empate al Lugo y arrebataba al Girona el sueño que había acariciado durante toda la tarde.

Fue un jarro de agua fría de dimensione­s colosales, porque ya se sabía que el Sporting de Gijón goleaba en el campo del Betis (0-3), lo que desequilib­raba el goal average a su favor y colocaba a los asturianos en Primera. Pero lo más duro aún estaba por llegar: el Girona tiró de casta y en un último arreón consiguió marcar un segundo gol que el colegiado anuló a instancias del auxiliar por fuera de juego de su autor, Lejeune. Y aunque efectivame­nte el defensa estaba en fuera de juego, el público se indignó y alguien lanzó desde la grada una botella de agua que impactó en el cuello del asistente. El partido quedó suspendido durante casi media hora, con los jugadores y el equipo arbitral en los vestuarios, mientras en las gradas se gritaba “Manos arriba, esto es un atraco” y consignas contra el Lugo y el Betis... Había aficionado­s llorando, otros abrazándos­e intentando digerir el golpe, niños desconsola­dos... Hasta que reapareció la esperanza: se jugarían los 40 segundos que faltaban cuando el botellazo. Los aficionado­s que aún quedaban en el estadio entonaron el “Sí, se puede” esperando un milagro que no se produjo. Porque los 40 segundos transcurri­eron en un suspiro y terminaron con los jugadores locales tendidos sobre el césped. Hubo invasión de campo, sí, pero muy discreta y para intentar animar a un equipo que después del mazazo de ayer deberá afrontar los próximos jueves y domingo contra el Zaragoza (Valladolid y Las Palmas lo harán miércoles y sábado) la primera eliminator­ia de ascenso.

Lo que a principios de temporada se habría considerad­o un éxito rotundo ayer era casi un desastre. Y es que el Girona desaprovec­hó una oportunida­d única para cambiar su historia. Se presentaba a la última jornada de Liga con dos puntos de ventaja sobre el Sporting. La victoria le daba el ascenso, sin hacer ninguna cábala. Y el equipo salió enchufado dispuesto a marcar cuanto antes frente un rival que se mantuvo ordenado atrás e intentando sorprender a la contra. El Girona acusó la responsabi­lidad y no jugó como lo ha hecho durante toda la temporada, pero aun así dispuso de diversas oportunida­des de gol, hasta que en el minuto 44 Fran Sandaza lograba el 1-0 y llevaba el delirio a las repletas gradas de Montilivi.

En la segunda parte las cosas cambiaron. Mientras la afición seguía de fiesta, el Girona no lograba el gol de la tranquilid­ad y además perdía el control del juego. El Lugo, un equipo que llegaba a Montilivi con los deberes hechos esta temporada pero que parecía jugarse algo más que el honor, se fue creciendo y empezó a cercar con peligro la portería de Becerra, que realizó un par de intervenci­ones de mérito. Hasta que llegó el gol de Caballero. Las lágrimas que bañaban el rostro de Fran Sandaza cuando abandonaba el estadio entre los intentos de animarle de algunos seguidores eran la viva imagen de la desolación que ayer se apoderó de Girona.

DE MÁS A MENOS Sandaza marcó en el primer tiempo, pero en el segundo el juego local cayó en picado

SUS PENSE El árbitro paró el partido tras un botellazo al asistente y luego ordenó jugar 40 segundos

 ?? AGUSTÍ ENSESA ?? La decepción de los aficionado­s gerundense­s se hizo patente al encajar el tanto visitante en el tiempo añadido
AGUSTÍ ENSESA La decepción de los aficionado­s gerundense­s se hizo patente al encajar el tanto visitante en el tiempo añadido

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