La Vanguardia

El diamante en esplendor

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El Balón de Oro ya tiene ganador”. Faltan seis meses para que se entregue el galardón pero Neymar no tiene dudas de que no hay posibilida­d de vuelco en la próxima Copa América ni en el inicio de la temporada que viene. “Debe ser para Messi”, zanja el brasileño cualquier debate y polémica. 58 goles y un triplete son las credencial­es de la estrella argentina para llevarse su quinta pelota dorada. Antes de la gala de Zurich, el diez aún puede ganar otros cuatro títulos.

Leo Messi no pudo ele- gir mejor compañía para el almuerzo la mañana después de la final de Berlín. “Desayunand­o con ella”, escribió junto a una fotografía en la que se le veía con la orejuda en la silla de al lado. La Champions es la única que puede hacer sombra a la pareja que le rodea en los partidos en el ataque del equipo de Luis Enrique: Neymar y Luis Suárez.

En Berlín no pudo marcar en su tercera final de la máxima competició­n, una proeza que sólo ha conseguido Di Stéfano –en cinco, desde 1956 a 1960–. Pero tuvo un papel destacado en el título. Leo arrancó la jugada del primer gol con un cambio de orientació­n, forzó tras una jugada personal marca de la casa el único error de Buffon que significó el segundo y lanzó a Neymar en el contragolp­e que significó el tercero en su vertiente de catapulta que ya se vio en Munich en las semifinale­s. “Ha sido desequilib­rante. Es nuestro jugador referencia. Todos estamos muy contentos de celebrar títulos sea quien sea quien marque los goles”, aclaró Luis Enrique.

El argentino, que esta temporada ha superado a Zarra en la Liga, a Raúl en la Champions y en la Copa firmó un gol de bandera en la final, se ha elevado a los 58 dianas. Sólo en la último año de Guardiola (73) y en el único de Vilanova (60) había celebrado más goles. Pero en ninguna de esas dos campañas logró levantar a la postre la Liga de Campeones.

Maduro prematuro, Messi siempre llegó al rescate cuando el equipo le necesitó. Ahora Leo ha vuelto a recuperar la sexta marcha que le hace imparable en carrera y en el regate. Pero la gran novedad, la nueva evolución del crack, es que ya no quiere jugar solo. De hecho nunca lo hizo. Pero donde antes tenía a Xavi e Iniesta para abastecerl­e, ahora es él, que ha aceptado por el bien del equipo dejar el falso nueve para ser falso extremo derecho, el que baja para crear, asociarse, para buscar el desequilib­rio con el pase. Una década después, el diamante está pulido. Brilla con todo su esplendor.

El Balón de Oro es el final de algo que empezó en la última entrega cuando el portugués Cristiano anunció que quería igualarle. Messi recogió el guante, aceptó el reto y el triplete es el resultado.

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