La Vanguardia

Del infierno al cielo

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El trayecto de héroe a villano es uno de los más transitado­s de la historia del deporte. El ídolo caído es una figura que se repite, sin que los protagonis­tas aprendan de los errores de sus predecesor­es. El descenso del pedestal es muy rápido. En cambio, el viaje del infierno al cielo es mucho más difícil. Cuesta quitarse una etiqueta, incluso hay quien arrastra su condena deportiva hasta el final de su carrera. Luis Suárez ha conseguido reestablec­er su prestigio en un tiempo récord. Le han bastado siete meses y 12 días después de su debut en partido oficial con el Barcelona. En ese tiempo el uruguayo ha pasado de ser un proscrito a ser un campeón. De tener que esconderse a estar en la historia del club. De no poder entrenar con sus compañeros a marcar el gol que vale una Champions.

“La temporada empezó mal y ha acabado muy bien para mí. Vine a Barcelona para ganar títulos y lo he hecho. Al principio no esperaba ganarlo todo pero hemos superado a grandes equipos como el City, el PSG, el Madrid, el Bayern y el Juventus. Con la calidad que tiene este equipo se podía ganar todo y hemos sido ambiciosos”, reconoce Suárez que ha superado todas sus expectativ­as en el primer curso en el Camp Nou.

Y eso que los dos primeros partidos que jugó con el Barça después de cumplir la sanción, el 25 de octubre, por el mordisco a Chiellini los perdió. Contra el Madrid y el Celta. Pero aquello ha quedado en una anécdota. “El fútbol te da la oportunida­d de revertir las situacione­s y este gol me compensa el sufrimient­o del inicio”, confesó tras la final.

Suárez enseguida se cubrió con una bandera de Uruguay pero este verano aún no podrá jugar con la selección celeste en la Copa América porque la sanción todavía sigue vigente para los partidos internacio­nales. Pero sí que acabó con el maleficio de los goleadores charrúas en las finales de Copa de Europa. Antes del 9, sólo Schiaffino, con el Milan en 1958, y Godín, el curso pasado con el Atlético, se habían hecho un hueco en el marcador de una final de la Copa de Europa. Y ambos perdieron sus respectiva­s finales.

“Cuando pensábamos en Luis Suárez pensábamos en números y en un rendimient­o increíble, pero siempre con la duda de si se adaptaría. Ha sido un gran acierto haber apostado por él, se pagó mucho dinero pero ha demostrado un hambre atroz”, valoró Luis Enrique. Nadie recuerda los 81 millones que cobró el Liverpool.

Suárez se había fijado como objetivo llegar a 20 goles pero ha firmado cinco más. Y ha regalado unos cuantos, con sus asistencia­s, su lucha y su presión. Pero sobre todo se le recordará por intuir en Berlín que Buffon no blocaría el disparo de Messi y pescar el rechace clave. “Era el chut ideal: sin portero y la pelota botando. El disparo que quiere tener cualquier delantero”, reflexiona sobre la jugada que le otorgó una vida extra.

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