La Vanguardia

El G-7, contra el cambio climático.

Los países ricos impondrán más sanciones a Rusia si sigue la guerra en Ucrania

- MARÍA-PAZ LÓPEZ

Los países industrial­izados reunidos en Alemania se comprometi­eron a limitar a 2 grados el aumento de la temperatur­a global. En la imagen, Merkel y Obama, ayer en Baviera.

El objetivo es evitar que la temperatur­a global suba más de dos grados Se pregunta si Rusia arruinará su economía por “recrear glorias del imperio soviético”

La lucha contra el cambio climático cosechó al fin su momento en la cumbre del G-7, como tanto ansiaban la anfitriona, la canciller alemana Angela Merkel, y su más próximo aliado europeo, el presidente francés François Hollande. La declaració­n final del grupo de siete países más industrial­izados –cuyos jefes de Estado o de Gobierno se reunieron ayer y el domingo en el castillo bávaro de Elmau– acordó fijar un límite vinculante para que el aumento de la temperatur­a global no supere los dos grados respecto al nivel preindustr­ial. Los científico­s cifran ese momento en mediados del siglo XIX, y recuerdan que en el último siglo ha subido ya 0,8 grados.

El G-7 busca así lograr que la próxima cumbre de la ONU sobre el cambio climático, que se celebrará a inicios de diciembre en París y que Hollande confía en que sea exitosa, consiga un acuerdo legalmente vinculante, categoría jurídica a la que se resisten grandes emisores de gases de efecto invernader­o, como China o India. De los siete países reunidos en Elmau, los cuatro europeos (Alemania, Francia, Italia y Reino Unido) son muy proclives a la acción, y han tenido que vencer la reticencia de Canadá y Japón –ambos usuarios de energías que generan esos gases-, y la postura intermedia de Estados Unidos, que también es un gran emisor.

El consenso se logró a través de la amplia horquilla de reducción de emisiones recogida en la declaració­n: apelan a la última recomendac­ión del panel de la ONU de cambio climático “de reducción del 40 al 70% hasta 2050 respecto a 2010”. Aunque abogan por “la parte alta” de la horquilla, el amplio margen permite que el G-7 viaje unido a la cumbre de París, como desean Merkel y Hollande.

Sin embargo, la realidad es me- nos halagüeña. En 2009, la Unión Europea anunció el objetivo de reducir emisiones de gases de efecto invernader­o para 2050 al menos un 80% respecto a 1990. Ese nivel de recorte exige fuertes medidas de eficiencia energética, así como la casi total descarboni­zación del sector, es decir, sustituir combustibl­es fósiles como carbón, petró- leo o gas por energías renovables como la eólica o la solar.

Aparte del apartado del clima, la declaració­n final del G-7 (17 páginas que abordan asuntos de economía global, seguridad internacio­nal y bienestar de la población) incluye una sentencia firme sobre la implicació­n rusa en el conflicto de Ucrania, más allá del mantenimie­nto de las sanciones económicas. Si bien los miembros del G-7 insisten en que serán retiradas cuando se cumpla totalmente el segundo acuerdo de Minsk y se respete la soberanía de Ucrania, se declaran dispuestos a “adoptar nuevas medidas restrictiv­as” contra Rusia si fuera necesario.

La cuestión rusa no estaba en la agenda de este G-7 (foro al que Rusia no es invitada por segunda vez desde que se anexionó Crimea en marzo de 2014; antes de eso el grupo era el G-8), pero el domingo ya se vio que iba a acaparar el encuentro. En ruedas de prensa separadas, Merkel y Obama abundaron ayer en la presión a Vladímir Putin, ella con tono sereno, él con palabras más rotundas.

“Si hiciera falta, estamos dispuestos, aunque no lo queremos, a endurecer las sanciones”, dijo Merkel, que con todo insistió en que “el conflicto en Ucrania sólo puede resolverse de forma política”. Obama fue más duro, y emplazó a Putin a decidir si quiere arruinar la economía de Rusia e incrementa­r su aislamient­o “en busca de un obstinado deseo de recrear las glorias del imperio soviético”.

En el frente de la sanidad, el G-7 acordó ayudar en los próximos cinco años a sesenta países, entre ellos los de África Occidental, a fortalecer sus sistemas sanitarios ante posibles brotes epidémicos.

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MICHAEL KAPPELER / AP
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MICHAELA REHLE/POOL / EFE El presidente francés, François Hollande, y el estadounid­ense, Barack Obama, flanquean a la canciller alemana, Angela Merkel, en Elmau

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