El Barça refuerza la banda derecha con Aleix Vidal
Aleix Vidal llega al Camp Nou tras 15 años de mudanzas
“Después del nacimiento de mi hija es el día más importante de mi vida”, afirmó Aleix Vidal Parreu (Puigpelat, Alt Camp, 21/ VIII/1989) al ser presentado ayer como jugador del Barcelona, el primer refuerzo del campeón de Europa para la próxima temporada. Procedente del Sevilla, el Barcelona ha desembolsado 18 millones de euros más 4 en variables para asegurarse durante cinco temporadas a un futbolista incansable que simboliza el triunfo de la tenacidad y asume que, debido a la sanción de la FIFA, no podrá jugar hasta enero. Es la última peculiaridad de una trayectoria singular. La carrera de Aleix es la antítesis de la de Xavi, que ingresó en el Barça a los 11 años y ayer, con 35, se fue a Qatar.
Cuando salió del pueblo para jugar en el alevín de la vecina Valls, Vidal se convirtió en un auténtico nómada del fútbol. “Desde bien pequeño he tenido que ir dando vueltas”, explica. Recibió la llamada del Barça y coincidió en el infantil B con Jordi Alba, pero no le vieron futuro y regresó a casa para enrolarse en el Cambrils (infantil A) y el Gimnàstic (cadete B), coger impulso y volver a dar un salto importante. Estuvo dos años en el Real Madrid (cadete A y juvenil C), pero tuvo que volver, esta vez al Reus.
El Espanyol B se fijó en él. El joven Aleix ya rozaba la mayoría de edad y se puso a hacer las maletas otra vez, aunque nunca jugó en el equipo blanquiazul. Fue cedido a la Damm y seguidamente al Panthrakikos griego. Otra vez a casa, un ejercicio en el Pobla de Mafumet y el Gimnàstic (200910) y, de nuevo, avión para fichar por un Mallorca B (2010-11) que lo juzgó de manera incorrecta y lo dejó marchar.
Daba la impresión de que Aleix, un futbolista extraordinariamente versátil, comprometido y físicamente privilegiado en el sentido que aúna resistencia y velocidad, estaba metido en un viaje a ninguna parte. Pero finalmente el nómada encontró un hogar en Almería, donde permaneció tres temporadas, dos en Segunda y una en Primera con un rendimiento estelar. Entonces entró en acción el olfato de Monchi, el director técnico del Sevilla, descubridor de Alves, Keita, Rakitic o Adriano, que extendió un cheque de 3,5 millones de euros y puso a Aleix a disposición de Unai Emery. Cinco temporadas atrás, Aleix jugó 18 minutos con el Gimnàstic. En el último ejercicio, 3.393 minutos con el Sevilla, ha ganado la Liga Europa y ha sido seleccionado por Del Bosque.
El fichaje por el Barça es el premio a un excepcional espíritu de superación. “Cuando cuesta tanto quizá lo disfrutas un poco más. Estoy viviendo un sueño”, explicó ayer. Siempre ha sido atacante, pero la reconversión que ha practicado Emery (la misma a la que sometió a Jordi Alba en el Valencia) y sus cualidades le han con-
vertido en un lateral diestro profundo y constante, el complemento o el sustituto perfecto para Alves. “No es mi posición –reconoció el jugador–. El tema ofensivo lo tenía dominado, pero el defensivo tendré tiempo para trabajarlo y mejorar en estos cuatro meses (que no podrá jugar)”. El Sevilla no ha perdido ninguno de la decena de partidos en que Aleix ha actuado en el lateral.
El nuevo blaugrana no se fija en nadie: “Nunca he tenido ningún referente. Siempre he intentado ir a la mía. El único referente he sido yo mismo, trabajar cada día, he intentado buscarme la vida como he podido”. El viaje del Alt Camp al Camp Nou ha sido largo y tortuoso. Kilómetros y tatuajes, decepciones y esperanzas, pero Aleix espera haber llegado a la estación de destino. El Barça gana a un futbolista que conoce el valor de las cosas y sabe cómo conseguirlas por muchos obstáculos que se interpongan.