Plurales todos
Cuando las mayorías absolutas saltan por la ventana, doña aritmética entra por la puerta y el edificio tiembla. Se puede ganar en las urnas, y hasta bastante bien, y perder estrepitosamente la batalla de los despachos. Aunque ahora lo que se lleva es la de las plazas públicas o la del YouTube, donde las fuerzas de la nueva política ultratransparente, como los vestidos de las celebrities en las noches de gala, retransmiten las negociaciones de los pactos postelectorales en vivo y/o casi en directo.
Esta vez, le ha tocado al PP. Pese a haber ganado las elecciones, las alianzas de izquierda, del PSOE y las plataformas podemistas, van a desalojar a los de Mariano Rajoy de grandes centros de poder municipal y/o autonómico a seis meses de las generales. Si Ciutadans no lo remedia en algunas plazas, el parecido entre el mapa de resultados del 24-M y la resultante de los pactos posteriores, será mera casualidad.
En el escenario político español las alianzas de los segundos y los terceros y hasta los cuartos contra el primero, primado en las urnas por los ciudadanos pero no lo bastante, han sido casi una excepción –los tripartitos de Catalunya, las Baleares y Galicia¬ pero desde el sábado próximo van a ser casi la norma en los niveles de poder local y autonómico de Badalona a Valladolid. Además de un vuelco político, ello va a cambiar en parte un paisaje mental acostumbrado mayormente durante décadas al azul y el rojo, el rojo y el azul, aunque los dos grandes partidos van a seguir ostentando la vara de mando, ya sea en solitario, o, en el caso del PSOE, al frente de coaliciones más o menos multicolores. Así que bienvenidos todos a la pluralidad y la contradicción. Y el panorama va a resultar aún más enriquecido en términos de complejidad en algunos lugares, pocos, donde la diferencia era ya marca de la casa. Así, incluso cabe la posibilidad de que la primera fuerza en votos se garantice una alcaldía pese a quedar muy muy lejos de la mayoría e incluso con la eventualidad de no sumar con nadie más, como le puede suceder a BComú en Barcelona. Aunque ERC y el PSC finalmente no diesen sus votos a Ada Colau, el desacuerdo entre todos los demás posibilitaría que la exlíder de la PAH sea elegida automáticamente alcaldesa. Sólo tiene 11 de 41 concejales y 17.000 votos más que la segunda fuerza, CiU, pero en BComú se agrupan nada menos que representantes de hasta seis formaciones políticas y parapolíticas. A saber: Guanyem –la plataforma de la alcaldesa in péctore, cuyo núcleo fundador está integrado por activistas antidesahucios–; la histórica ICV-EUiA –alguien tenía que tener los planos del Ayuntamiento–; Podem –franquicia local del partido de Iglesias–; Procés Constituent –la plataforma de la monja Forcades– y Equo, partido ecologista y ecosocialista que se estrenó en el 2011 con un escaño en el Congreso. Así que no sufran, la pluralidad del futuro gobierno de Barcelona, pese a su más que exiguo apoyo popular, está de sobras garantizada. La gobernabilidad dejémosla para otro día.
El parecido entre los resultados del 24-M y la resultante de los pactos será mera casualidad