La Vanguardia

Plurales todos

- David González

Cuando las mayorías absolutas saltan por la ventana, doña aritmética entra por la puerta y el edificio tiembla. Se puede ganar en las urnas, y hasta bastante bien, y perder estrepitos­amente la batalla de los despachos. Aunque ahora lo que se lleva es la de las plazas públicas o la del YouTube, donde las fuerzas de la nueva política ultratrans­parente, como los vestidos de las celebritie­s en las noches de gala, retransmit­en las negociacio­nes de los pactos postelecto­rales en vivo y/o casi en directo.

Esta vez, le ha tocado al PP. Pese a haber ganado las elecciones, las alianzas de izquierda, del PSOE y las plataforma­s podemistas, van a desalojar a los de Mariano Rajoy de grandes centros de poder municipal y/o autonómico a seis meses de las generales. Si Ciutadans no lo remedia en algunas plazas, el parecido entre el mapa de resultados del 24-M y la resultante de los pactos posteriore­s, será mera casualidad.

En el escenario político español las alianzas de los segundos y los terceros y hasta los cuartos contra el primero, primado en las urnas por los ciudadanos pero no lo bastante, han sido casi una excepción –los tripartito­s de Catalunya, las Baleares y Galicia¬ pero desde el sábado próximo van a ser casi la norma en los niveles de poder local y autonómico de Badalona a Valladolid. Además de un vuelco político, ello va a cambiar en parte un paisaje mental acostumbra­do mayormente durante décadas al azul y el rojo, el rojo y el azul, aunque los dos grandes partidos van a seguir ostentando la vara de mando, ya sea en solitario, o, en el caso del PSOE, al frente de coalicione­s más o menos multicolor­es. Así que bienvenido­s todos a la pluralidad y la contradicc­ión. Y el panorama va a resultar aún más enriquecid­o en términos de complejida­d en algunos lugares, pocos, donde la diferencia era ya marca de la casa. Así, incluso cabe la posibilida­d de que la primera fuerza en votos se garantice una alcaldía pese a quedar muy muy lejos de la mayoría e incluso con la eventualid­ad de no sumar con nadie más, como le puede suceder a BComú en Barcelona. Aunque ERC y el PSC finalmente no diesen sus votos a Ada Colau, el desacuerdo entre todos los demás posibilita­ría que la exlíder de la PAH sea elegida automática­mente alcaldesa. Sólo tiene 11 de 41 concejales y 17.000 votos más que la segunda fuerza, CiU, pero en BComú se agrupan nada menos que representa­ntes de hasta seis formacione­s políticas y parapolíti­cas. A saber: Guanyem –la plataforma de la alcaldesa in péctore, cuyo núcleo fundador está integrado por activistas antidesahu­cios–; la histórica ICV-EUiA –alguien tenía que tener los planos del Ayuntamien­to–; Podem –franquicia local del partido de Iglesias–; Procés Constituen­t –la plataforma de la monja Forcades– y Equo, partido ecologista y ecosociali­sta que se estrenó en el 2011 con un escaño en el Congreso. Así que no sufran, la pluralidad del futuro gobierno de Barcelona, pese a su más que exiguo apoyo popular, está de sobras garantizad­a. La gobernabil­idad dejémosla para otro día.

El parecido entre los resultados del 24-M y la resultante de los pactos será mera casualidad

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