¿Es posible la paz en Colombia?
En septiembre del 2012, el Gobierno de Colombia y la guerrilla de las FARC empezaron una negociación formal, con una agenda pactada tras muchos meses de conversaciones secretas. A lo largo de este tiempo se han aprobado temas tan importantes como la reforma agraria, la participación política y el problema de los cultivos ilícitos. Quedan pendientes algunas cuestiones, como el reconocimiento y perdón hacia las víctimas, la forma de justicia que aplicar y la creación de mecanismos para el desvelamiento de la verdad sobre todos los crímenes cometidos por muchos actores del país. También queda por definir el “desarme” (exigencia del Gobierno) o “dejación de armas” (término utilizado por la guerrilla), en la etapa final de la negociación.
Para facilitar estos complejos debates, las FARC declararon a finales del pasado año un alto al fuego unilateral, que han mantenido hasta hace pocos días, ante la reiterada negativa del Gobierno colombiano de declarar un alto el fuego bilateral. No obstante, ambas partes pusieron en marcha un interesante proceso de “desescalonamiento del conflicto”, que permitió reducir ostensiblemente el número de víctimas mortales. Una de las medidas que adoptó el presidente colombiano fue paralizar temporalmente los bombardeos aéreos sobre campamentos de las FARC. Ambas partes, además, empezaron un proceso para desminar conjuntamente algunas de las zonas más afectadas por la dispersión de minas. Todo esto, sin embargo, se vino abajo, de golpe, tras un ataque nocturno de las FARC a un campamento militar, en el que murieron once uniformados. Tras ese ataque, el Gobierno decidió reiniciar los ataques aéreos, y las FARC rompieron formalmente con el alto el fuego unilateral.
Las negociaciones en La Habana, sin embargo, han continuado. El logro de un acuerdo final es un bien superior al del dolor y la rabia que puedan sentir unos y otros, y para avanzar hace falta claridad de ideas, sentido político, e incluso una mirada histórica. Lo óptimo sería lograr en breve nuevas medidas de confianza, que permitan otro “desescalonamiento” del conflicto, para dar más valor a las ideas, a la palabra y a los compromisos. El fin del conflicto armado todavía no está cerca, pero es posible lograrlo.