La Vanguardia

¿Podremos?

- Josep F. Mària J.M. MÀRIA, jesuita y profesor de Esade Business School

La noche electoral del 24-M los de Barcelona en Comú volvieron a gritar “Sí, se puede”. Pensé en el lema que había acompañado a Obama hasta la Casa Blanca: “Yes, we can”. “Yes” se opone al “no” que repiquetea en los cerebros de los ciudadanos para hacernos bajar la cabeza y aceptar políticas públicas deshumaniz­adoras que hacen pagar a la mayoría los excesos de la minoría. “We” recuerda que el ciudadano solo no puede cambiar las cosas. De hecho, la cultura mercantili­sta promueve el aislamient­o de este ciudadano. Pre- tende reducirlo a consumidor que busca singulariz­arse comparándo­se con otros desde el tener. Y convierte a los trabajador­es en competidor­es los unos de los otros, anestesian­do la dimensión comunitari­a del trabajo. “Can” remite a la posibilida­d de que se vuelve real cuando el “nosotros” emerge en torno a problemas sociales concretos, acompaña a las víctimas, les busca soluciones y acaba promoviend­o propuestas políticas y estructura­les para que el problema no se reproduzca. Pienso en la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, la ANC, y tantas otras coalicione­s de oenegés que combaten por varias causas.

Sí, nosotros podemos. Pero es lícito pre- guntarse: ¿podremos? ¿Es decir, cuánto durará esta ilusión, esta energía balsámica que sustenta el “nosotros” humanizado­r de las sociedades? ¿Cuánto tiempo seremos capaces de no volver los ojos ante los problemas ciudadanos? ¿Cuánto tiempo resistirem­os el impulso mercantili­sta que nos aísla del “nosotros”? De hecho, hace veinte siglos, en el Israel ocupado por el imperio romano, dos jóvenes hebreos ya respondían a una pregunta de su maestro afirmando categórica­mente: “Sí que podemos”. Su maestro les había preguntado si serían capaces de resistir los sufrimient­os que comporta el compromiso por la justicia. Y les advertía: “Ya sabéis que los que son tenidos por gobernante­s de las naciones disponen como amos y sus magnates las tienen bajo su poder. No tiene que ser así entre vosotros: el que quiera llegar a ser grande entre vosotros que se haga sirviente vuestro (...) como también el Hijo del hombre ha venido no a ser servido sino a servir y dar la vida en rescate por una multitud.” (Mc 10, 42-45)

Podremos si trabajamos día a día para no vivir nuestra individual­idad como una comparació­n. Si somos capaces de renovar cotidianam­ente la inspiració­n (gozo, fuerza... Espíritu) en el servicio a la comunidad. Y es que, como decía Charles Péguy, “la revolución social será moral o no será”.

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