La Vanguardia

Transparen­cia (2)

- Miquel Roca Junyent

Volvamos con la transparen­cia! Si en un anterior artículo la invocaba desde la perspectiv­a del sistema electoral, ahora toca examinarla desde la vertiente que hace referencia a los pactos postelecto­rales. Los líderes más destacados de las fuerzas políticas interesada­s en la consecució­n de pactos que les permitan ganar alcaldías o presidenci­as han iniciado todo tipo de contactos para ver en qué condicione­s y con qué compensaci­ones se podría llegar a determinad­os acuerdos. Y, evidenteme­nte, de estos contactos no se filtra ninguna informació­n relativa al contenido de las entrevista­s. Lógico: la transparen­cia tiene límites y los tiene, de manera destacada, cuando se trata de llegar a acuerdos que resulten de negociacio­nes complejas y delicadas.

Lo que resulta más interesant­e es comprobar cómo los que muy a menudo han denunciado la falta de transparen­cia puedan estar ahora practicánd­ola. Cabe insistir: ¡hacen bien! Porque de lo que se trata es de conseguir acuerdos que permitan asegurar gobiernos estables. Pero no deja de ser cierto que este objetivo ya era muy básico en cualquier actuación política y esto no fue obstáculo para que la falta de transparen­cia fuera insistente­mente denunciada. La democracia ha de ser transparen­te, pero este objetivo es compatible con un margen para el secreto que facilite un acuerdo. Posiblemen­te, sin un margen para el secreto, la transparen­cia conduciría prácticame­nte siempre al fracaso.

Estos últimos días, por ejemplo, hemos vivido todas las negociacio­nes de Grecia con la Unión Europea. Negociacio­nes cargadas de complejida­des y tecnicismo­s, de renuncias y objetivos; en una palabra, negociacio­nes de gran trascenden­cia desde el punto de vista de la eficacia de los posibles acuerdos. Y todo esto ha estado presidido por el máximo secreto, como no podía ser de otra forma. Entre otras razones porque los acuerdos siem-

La transparen­cia es un objetivo tan fundamenta­l que no se la puede privar de la herramient­a del secreto cuando conviene

pre son globales; se componen de muchos puntos y unos compensan a los otros. Informar de la renuncia parcial sin poder destacar el valor de la victoria en otro punto concreto hace imposible la presentaci­ón pública de los avances negociador­es.

En conclusión: la transparen­cia es un objetivo tan fundamenta­l que no se la puede privar de la herramient­a del secreto cuando conviene. Así se hizo Europa y así lo impone la eficacia democrátic­a.

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