Transparencia (2)
Volvamos con la transparencia! Si en un anterior artículo la invocaba desde la perspectiva del sistema electoral, ahora toca examinarla desde la vertiente que hace referencia a los pactos postelectorales. Los líderes más destacados de las fuerzas políticas interesadas en la consecución de pactos que les permitan ganar alcaldías o presidencias han iniciado todo tipo de contactos para ver en qué condiciones y con qué compensaciones se podría llegar a determinados acuerdos. Y, evidentemente, de estos contactos no se filtra ninguna información relativa al contenido de las entrevistas. Lógico: la transparencia tiene límites y los tiene, de manera destacada, cuando se trata de llegar a acuerdos que resulten de negociaciones complejas y delicadas.
Lo que resulta más interesante es comprobar cómo los que muy a menudo han denunciado la falta de transparencia puedan estar ahora practicándola. Cabe insistir: ¡hacen bien! Porque de lo que se trata es de conseguir acuerdos que permitan asegurar gobiernos estables. Pero no deja de ser cierto que este objetivo ya era muy básico en cualquier actuación política y esto no fue obstáculo para que la falta de transparencia fuera insistentemente denunciada. La democracia ha de ser transparente, pero este objetivo es compatible con un margen para el secreto que facilite un acuerdo. Posiblemente, sin un margen para el secreto, la transparencia conduciría prácticamente siempre al fracaso.
Estos últimos días, por ejemplo, hemos vivido todas las negociaciones de Grecia con la Unión Europea. Negociaciones cargadas de complejidades y tecnicismos, de renuncias y objetivos; en una palabra, negociaciones de gran trascendencia desde el punto de vista de la eficacia de los posibles acuerdos. Y todo esto ha estado presidido por el máximo secreto, como no podía ser de otra forma. Entre otras razones porque los acuerdos siem-
La transparencia es un objetivo tan fundamental que no se la puede privar de la herramienta del secreto cuando conviene
pre son globales; se componen de muchos puntos y unos compensan a los otros. Informar de la renuncia parcial sin poder destacar el valor de la victoria en otro punto concreto hace imposible la presentación pública de los avances negociadores.
En conclusión: la transparencia es un objetivo tan fundamental que no se la puede privar de la herramienta del secreto cuando conviene. Así se hizo Europa y así lo impone la eficacia democrática.