Ni sirenita, ni loba de mar
En ‘Anclados’, Miren Ibarguren seduce como mala y tuerta entre las ficciones y realidades de los cruceros
Miren Ibarguren Agudo, nacida en San Sebastián, inició su carrera de actriz en Euskal Telebista como criada de teleserie vasca. De ahí viajó a Aquí no hay quien viva, A tortas con la vida y Escenas de matrimonio hasta llegar a Aida. Retorna en Anclados como jefa tuerta, mala, mandona, dominante, rencorosa e hijilla de puta, según retrata Miren a Marga, que ya es el personaje favorito de la audiencia. Nada que ver con la chica que debutó en la pantalla grande en Las trece rosas. Ni con la del anuncio de una cerveza gallega. Ni con la que ganó el premio a mejor actriz por Mi primera vez, que también llevó al teatro. Mujer de diversos registros, fue una adolescente donostiarra que trabajó de canguro, dependienta y camarera mientras soñaba ser Shirley MacLaine en Irma la Dulce. Dulce o amargada, Miren Ibarguren ya es un icono de las teleseries.
Es la primera vez que Miren interpreta un papel de malvada. Y lo borda, quizá porque siempre le han gustado las primeras veces. Que un rostro con tantos matices y mutaciones sea el referente de mujer de telenovela se explica, en parte, por aquella teoría suya que sostiene: “Está claro que la mujer ya no es el sexo débil. Nunca lo fue”. En todo caso, se confiesa pudorosa y cuenta que le dan reparo sus escenas en lencería fina. Tanto en esas circunstancias como con un parche en el ojo, por su atractivo y por su potente personalidad, es una señora que oscila entre la intimidación y la inti- midad. Embarcada ahora bajo la ley del mar, no es capitana de un barco de nombre extranjero, ni una sirena, ni una loba de mar. Pero como directora del resto del buque y de una empresa casi quebrada, manda más que el pianista del crucero. Desde esa posición, Miren invita a la audiencia a que “viajen con nosotros a mil y un lugar, viajen con nosotros si quieren gozar”. Y como los viajes y los gozos se sabe cómo comienzan pero nunca cómo se acaban, en su primera odisea se llevaron por delante el yate de Su Majestad. A partir de ese acto inaugural, la mala Marga cobra más fuerza y convicción en una singladura cuya finalidad es hacer reír hasta a quienes se aburren en los cruceros.
Rumbo a otro hito de la navegación televisada, Miren demuestra que tiene clara su carta de navegación profesional y su cuaderno de bitácora vital. Habituada a que “me hablen como si fuese tonta” a causa de sus papeles de ficción, es una heroína de verdad en la defensa de los actores de televisión, aún infravalorados desde la cinefilia. Deseosa de que pronto la llamen mala zorra cuando la vean por la calle, su perfidia reluce entre unos personajes a los que sólo une la soledad de unos trabajadores y de un pasaje que cohabitan en una ciudad que flota sobre el mar. Anclados no es la primera ni será última teleserie o película de cruceros más o menos divertidos, secuestrados o naufragados. Pero sí que es la primera vez que el personaje principal es una mujer mala y tuerta que interpreta una donostiarra con ojos de fondo cantábrico, allá en San Sebastián.