Desafección y negligencia
Los datos de audiencia de la final de Berlín pueden ser interpretados con la miopía de una noche electoral o como un síntoma más de la desafección entre Catalunya y España. La notable pérdida de espectadores de la final de Copa ya nos dio pistas sobre esta cuestión. Para no aburrirles con cifras: si los finalistas son el Madrid, el Atlético o el Valencia, los resultados de audiencia en España son más unánimes y transversales que si juega el Barça. Comercialmente no es un problema porque el Barça lleva años protagonizando una expansión internacional que compensa con creces el estancamiento de espectadores del mercado audiovisual español. ¿Políticamente? Muchos culés lo celebran desde una óptica soberanista y a otros nos duele, igual que nos duele que en el palco de Berlín no hubiera ninguna primera autoridad representativa del Gobierno español. ¿Habrían asistido a una final jugada por el Atlético, el Madrid o el Valencia? Sí. ¿Por qué no asistieron a una final del Barça? Probablemente para no sufrir una pitada o como represalia por muchas otras cosas. La interpretación de las audiencias de la final tiene, como casi todo, intencionalidades políticas. Hay quien habla de “decepcionante audiencia”, pero si aplicamos criterios televisivos, deberíamos ser honestos y admitir que 8,2 millones de espectadores es una audiencia de cojones.
FRANCESES. Viaje fugaz a Montpellier. Compro el pack de DVD de la serie Le bureau des légendes. Magnífica. Diez capítulos sobre las interioridades de los servicios secretos franceses, con misiones escandalosamente actuales, como controlar las conversaciones entre sirios y rusos o sobrevivir en zonas dominadas por franquicias terroristas propensas al secuestro y el asesinato. Aparentemente, la serie es densa y de digestión lenta. Pero si el espectador persevera, descubrirá un thriller psicológico de primer nivel. El responsable de esta historia es Éric Rochant, que dirigió dos de las mejores temporadas de la serie Mafiosa sobre la mafia en Córcega. Le bureau des légendes se centra en el factor humano, en cómo las razones de Estado interfieren en la vida de los espías y los condenan a sufrir conflictos de identidad y síndromes de clandestinidad. El protagonista queda atrapado entre el deber patriótico y el amor. Los enemigos se multiplican tanto como la responsabilidad y se borran las fronteras entre verdad y mentira. Lo dice uno de los personajes: “Vale más sufrir en la verdad que ser feliz en la mentira”.
ITALIANOS. Después de que Gomorra iluminara el repertorio de grandes series europeas del año pasado, Italia sigue ofreciendo historias interesantes. 1992 explica el país a través de la crónica de uno de sus años más convulsos. A partir de la figura de un publicista seductor y sin escrúpulos, disecciona una sociedad enferma de corrupción, con una policía judicial que sobrevive en un clima de hostilidad estatal, sin medios, y amenazada por un deterioro general de la política que alimenta el peligro del populismo. Con tramas algo simplistas pero eficaces, 1992 cuenta en qué momento y de qué modo la negligencia de la vieja política propició el desembarco, nada inocente, de Berlusconi y una política que aplica principios del espectáculo televisivo más hortera a un modelo de democracia cuestionado no sólo por los que la representan, sino también por los que votan.
La interpretación de las audiencias de la final de Berlín tiene, como casi todo, intencionalidades políticas