Pedralbes vibra con el pop de los Pet Shop Boys
El festival de la Diagonal abre su tercera edición con espectáculo y un buen lleno
Hubo buen ambiente, excelente música, optimismo visible y ganas de afrontar un nuevo reto, a pesar de que la complicidad meteorológica dejó algo que desear, con algunos nubarrones bien cargados que amenazaron el convite a primera hora de la tarde, pero que finalmente fueron diluyéndose. Los jardines del palacio de Pedralbes volvieron ayer a estrenarse como generoso marco del festival del mismo nombre, una convocatoria trufada de nombres muy conocidos de estilística variada. Como el de los Pet Shop Boys, que ofrecieron uno de sus milimétricos y brillantes conciertos audiovisuales, que había congregado a una nutridísima audiencia que llenó las 2.200 localidades del auditorio.
La presencia de Neil Tennant y Chris Lowe se inscribía en los últimos conciertos de la gira mundial que ha acompañado durante dos años la aparición de su hasta ahora último álbum, Electric (por cierto, el telón del escenario antes de que aparecieran aún era aquel de hace dos años cuando anunciaba la entonces reciente salida del disco). En ese intervalo de tiempo, la pareja de artistas británicos ha ido depurando y, sin duda, enriqueciendo una paleta de música, luz, escenografía y vestuario que desde un buen principio ya no dejaba indiferentes. Ayer tardaron media hora en salir sobre el horario previsto por razones de ajuste técnico, pero cuando lo hicieron no dejaron la menor duda de que en lo suyo, en ese pop de matriz electrónica y pegadizas melodías, son los mejores. Y se han ido depurando y puliendo engarces: el año pasaron por Cap Roig y el otro por el Sónar, y ellos siguen sorprendiendo y haciendo vibrar con un espectáculo y una entrega como del primer día.
Antes de que aparecieran los Pet Shop Boys sobre el escenario a partir de las diez y media de la noche, ya habían pasado unas cosas interesantes en el recinto de los jardines. Por una parte, la constatación de una mejora en la oferta extramusical para el aficionado; otra, la actuación que protagonizó Pau Guillamet a partir de las ocho y media, en la zona del village. Durante una hora, Guillamino –su álter ego artístico– desbrozó diferentes hebras de su muy diversificada oferta musical aunque con evidente énfasis en su última producción, Un altre jo, en donde visita los ritmos del soul y el r’n’b cantando en catalán. La reubicación de el escenario para estos conciertos-aperitivo se demuestra todo un acier- to, ya que al menos el aficionado ve sin tener que buscar mucho lo que está oyendo. Otras cosa es la cantidad de público interesado, que ayer fue más bien discreto.
Los prolegómenos del concierto inaugural no se acabaron allí, ya que después de la sesión de Guillamino, la organización del festival quiso sorprender al público presente en esa zona o al que iba arribando con un inesperado flashmob –una de esas multitudes relámpago que de forma aparentemente espontánea reali- za una acción nada habitual–, breve como efectivo protagonizado por una joven compañía dedicada a ello.
En fin, quizás también como prolegómeno habría que incluir las palabras de bienvenida que el director del festival y máximo responsable de la promotora Concert Studio, Martín Pérez, pronunció antes de que arrancasen los primeros acordes de Tennant-Lowe. En su salutación –que levantó algún silbido por lo tarde que se iba haciendo–, Pérez tuvo palabras de afecto y agradecimiento para el alcalde de Barcelona, Xavier Trias, como gran valedor del festival (“estrictamente privado” volvió a recalcar) desde sus primeros instantes. Unas palabras dedicadas a un Trias que prácticamente anoche realizó una de sus últimas actividades oficiales como alcalde de la ciudad.
La velada con los Pet Shop Boys, como queda consignado desde un buen principio, no solo entretuvo sino que convenció. No por ser algo ya conocido disminuyó su atractivo potencial. Y este se sustanció en u repaso del citado último disco y su siempre apoteósica visita a algunos de sus gloriosos himnos.
Sonaron Axis y One more chance para caer la pantalla al suelo y aparecer la pareja ataviados con espectaculares vestimentas de plumas, identificándose con las figuras que había aparecido en la pantalla. Bastantes de los aficionados sentados en las cómodas sillas de la platea no pararon de seguir los pegadizos ritmos del grupo, desde el momento que Face like that suena. A partir de allí, el guión del setlist siguió siendo el conocido. Opportunities puso a la gente definitivamente a tono, Tennant saludó al entregado público –que disfrutó sin cortarse en su júbilo– y la noche se desarrolló en cuatro actos donde no faltaron ni las coreografías brillantísimas como en Love etc o los clásicos de siempre como Always on my my mind, Suburbia o West end girls. Una hora y media de puro hedonismo sensorial.