La Vanguardia

La tarjeta amarilla a Manuel Valls

La asistencia del primer ministro francés y seguidor del Barça a la final de Berlín costó unos 14.000 euros

- RAFAEL POCH

La final de la Champions del pasado sábado en Berlín se ha saldado con una tarjeta amarilla en el equipo gubernamen­tal francés: contra el primer ministro, Manuel Valls.

Los franceses no jugaban en Berlín, pero Valls saltó al estadio, previsible­mente para ayudar al Barça, el equipo favorito de su Barcelona natal, a falta del FC Horta. Era el jugador número 12.

Valls se encontraba en Poitiers, asistiendo al aburrido congreso del Partido Socialista. Había llegado a la ciudad en tren desde París y a mediodía pronunció su discurso. Gracias a la asistencia del secretario general de los socialista­s, Jean-Christoph Cambadélis, el primer ministro marcó un gol al equipo adversario de Poitiers, la denostada disidencia interna del partido. Mientras el cabeza de fila de los disidentes subía al escenario, Valls, rodeado de un enjambre de periodista­s y cámaras de televisión, hacía unas declaracio­nes anodinas. El resultado del truco fue que nadie se enteró del discurso del jefe disidente.

El entusiasmo ante una victoria tan clara, dos goles a cero, el segundo ya sin más asistencia que las cámaras, hizo que Valls aban- donara el congreso esa misma tarde para embarcar en un avión oficial rumbo a Berlín. El objetivo oficial del viaje “no era el Barça, sino Platini”, el jefe de la UEFA, ironizó el diario regional Ouest France. Efectivame­nte, preguntado por esa campana congresual, el primer ministro aludió al cam- peonato de fútbol europeo, que el año que viene se disputa en Francia, y a la imperiosa necesidad de entrevista­rse con el presidente de la UEFA. Respecto al congreso, al día siguiente Valls volvía a estar allí, gracias al avión oficial. Se hicieron cuentas. La hora de vuelo del Falcon oficial sale a 4.700 eu- ros, por tres horas sale por encima de los 14.000 euros. Los rivales de la derecha y la extrema derecha ya comenzaron a murmurar durante el fin de semana y en esas un canal de televisión reveló que Valls viajó a esa urgente entrevista con Platini con sus dos hijos en el avión oficial, repleto de guardaes- paldas. Desde Alemania, Hollande salió en su defensa, insistiend­o en la invitación de Platini y los asuntos que había que tratar con él. Pero hoy el semanario Le Canard Enchaîné revela que en la UEFA no saben nada de la mentada reunión. La oposición ya pide que se reembolsen los 14.000 euros del caprichito para asistir a un encuentro sin equipos franceses.

Garrafal “error de imagen” de quien está tan obsesionad­o por ella y ayer presentaba nuevas medidas para facilitar el empleo de las pequeñas y medianas empresas, lo que parece encaminado a lograr una inflexión en las cifras de paro, condición citada por François Hollande para presentars­e a un segundo mandato en 2017. Y el domingo, brutal carga policial en París contra refugiados africanos y cargos electos, en la mejor tradición de la derecha francesa. ¿Será al final roja la tarjeta de Valls?

El “error de imagen” de alguien tan obsesionad­o por ella se suma a un violento desalojo de refugiados

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FABRIZIO BENSCH / REUTERS El presidente de la UEFA, Michel Platini, con Manuel Valls, el sábado en Berlín

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