Badalona, por ejemplo
Badalona es un caso único. Es la única gran ciudad catalana que habrá sido gobernada por casi todos los partidos políticos de cierta relevancia. Comunistas (ortodoxos y heterodoxos), socialistas, convergentes, independentistas de ERC, populares y la nueva izquierda se habrán alternado en el gobierno municipal –en solitario o en coalición–, cuando el próximo sábado María Dolors Sabater, de la plataforma Guanyem Badalona, sea elegida alcaldesa.
Es una ciudad única, Badalona. El Ayuntamiento se halla en la plaza de la Assemblea de Catalunya, nombre no muy frecuente en el callejero del país. En tiempos del alcalde comunista Màrius Díaz, el PSUC dedicó una calle a Andreu Nin, principal víctima catalana del estalinismo. El fallecido alcalde socialista Joan Blanch, longevo en el cargo, consiguió que el líder socialdemócrata sueco Olof Palme presidiese una fundación municipal. Su sucesora, Maite Arqué, veterana socialista, milita ahora en el soberanismo, causa que también abrazó Blanch, tras romper con el PSC.
La fatiga socialista fue hábilmente aprovechada por Xavier García Albiol, con un discurso fronterizo con el lepenismo (versión Jean-Marie). En mayo del 2011, Badalona se convertía en el principal campamento base del Partido Popular en Catalunya.
García Albiol obtuvo la alcaldía gracias a la no beligerancia de Convergència i Unió. En aquel tiempo –parece que haya pasado una eternidad–, Artur Mas aún no era independentista, tenía 62 diputados en el Parlament, y contaba con el apoyo del PP catalán para algunos asuntos, entre ellos, el gobierno de la Diputación de Barcelona. La alcaldía de Badalona formó parte del trato.
García Albiol fue veinte años concejal. Conoce bien la ciudad. Su gestión ha oscilado entre el perfil del alcalde-administrador y un lepenismo más o menos suavizado (versión Marine). Por razones difíciles de explicar, durante la pasada campaña electoral cometió el error de regresar a la versión Jean-Marie Le Pen (padre de Marine), llenando la ciudad de unos carteles en los que afirmaba haber hecho “limpieza”. Logró salir en todas las televisiones y movilizó a sus oponentes. La participación subió cinco puntos. Perdió un concejal (de 11 a 10) y la izquierda heterogénea sumó mayoría (14), sin depender de CiU. Badalona es la única ciudad en la que Podemos y la CUP han aceptado ir juntos.
García Albiol, experimentado profesional, aprovecha estos días la adversidad para alimentar la estrategia de presión del PP contra la política de pactos del PSOE. Alza la voz, sale en los telediarios y se postula, de manera indirecta, como posible candidato de los populares en las elecciones catalanas del 27 de septiembre, ante el evidente desgaste de Alicia Sánchez Camacho y el previsible ascenso de Ciudadanos. Candidato duro, metropolitano, a partir de ahora en choque frontal con la izquierda soberanista, dispuesto a seguir combatiendo en una ciudad partida en dos.
Badalona es única. Desde hace 167 años, desde que pusieron las vías del tren, su lema debiera ser el del capitán Nemo: Mobilis in mobili. Badalona se mueve, sin parar, en el interior del movimiento general.