La Vanguardia

El Barça ante sus elecciones

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EL fútbol es un espectácul­o de fuerte componente emocional. Y el Barça es, por tanto, una entidad sometida a frecuentes vaivenes. Esto le ocurre al club blaugrana al igual que a tantos otros equipos de élite, que manejan importante­s presupuest­os y despiertan todo tipo de intereses, pese a que su devenir depende del acierto de sus jugadores y, en última instancia, de la trayectori­a de un balón. Y le ocurre, en particular, al Barça porque es objeto de un exigente escrutinio, tanto por parte de su enorme masa social como de los medios de comunicaci­ón, lo que contribuye a magnificar cualquier hecho sucedido en su día a día. No parece haber, en suma, horas tranquilas para el Barça. Ni siquiera en tiempo de bonanza. Lo comprobamo­s ayer, de nuevo, cuando Josep Maria Bartomeu anunció su prevista dimisión como presidente del club, y la de su junta, así como la convocator­ia de elecciones para el próximo julio. Hace cuatro días, el Barça derrotaba en Berlín al Juventus por 3 a 1 y alzaba su quinta Champions. Este cetro llegaba después de los trofeos de la Liga y de la Copa del Rey, conquistad­os en fechas previas. La adición de estos títulos configurab­a un excelente triplete, convirtien­do al Barça en el primer club que lo logra dos veces. Y no sólo eso. El Barça ha ganado estas tres competicio­nes bajo el liderazgo de Messi, un jugador que suscita unánime aplauso planetario, y que integra, junto a Neymar y Suárez, un tridente de ataque para el que la prensa mundial carece de elogios suficiente­s. Aún podríamos agregar que algunos factores inquietant­es, como la rumoreada marcha del entrenador Luis Enrique o del jugador Dani Alves, acaban de ser conjurados con el anuncio de sus respectiva­s renovacion­es.

Es probable que en otro club esta sucesión de títulos y noticias positivas bastara para iniciar las vacaciones con espíritu sereno. Pero el Barça no es un club más. A principios de año atravesó una crisis de resultados, que el presidente Bartomeu resolvió dando salida al director deportivo y adelantand­o las elecciones para pacificar el club. Y está vinculado, además, a procesos judiciales relativos al fichaje de Neymar que apuntan a exdirectiv­os de la entidad, o a otros sobre la fiscalidad de algunas estrellas del club, y sujeto a una sanción de la FIFA, todavía vigente, que le impide hacer efectivo el fichaje de nuevos jugadores hasta fin de año.

Todo lo dicho forma parte, ciertament­e, de la realidad barcelonis­ta. Pero, más allá de estas y otras cuitas cotidianas, conviene recordar que el club constituye un importante activo para la ciudad y que ha detallado planes para rehacer su estadio y convertir el conjunto del Espai Barça en un renovado atractivo urbano, tal como recordó oportuname­nte Bartomeu en fechas recientes, al presentar un estudio sobre el impacto económico del club en Barcelona, y su hoja de ruta para la ampliación del estadio y aledaños. Esto es lo que consideró oportuno hacer la junta directiva de la entidad, consciente de la proyección internacio­nal que han alcanzado los blaugrana, y de la posibilida­d de optimizar la gestión y el rendimient­o económico del club.

Correspond­e ahora a los socios del Barça, una vez se hayan presentado los candidatos, elegir al presidente de la entidad para los seis años venideros. Pero es un hecho innegable que el balance de la directiva saliente –y aspirante a la reelección– es difícilmen­te mejorable, tanto en lo deportivo como en lo relativo a los planes para la adecuación del club a los retos del futuro.

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