Sant Antoni glorioso
Desaparecidas con la llegada de la crisis muchas de las tiendas tradicionales del barrio de Sant Antoni, ahora empiezan a abrir nuevas que no tienen nada que ver con aquellas. Así son las cosas y nunca serán de otra manera. Pasa aquí y pasa en medio mundo. (¡Ahora en Nueva York se han cargado la Subway Inn!). Los que hemos conocido los comercios de antes los recordaremos: la tienda de bombillas que había en el chaflán de Vilamarí y Mistral, donde después hubo un Viajes Halcón, luego The Catalan Sandwich y ahora el Panini Catalan; la papelería de Tamarit con Rocafort, que tenía tanta prensa extranjera como pudieses desear (ahora hay un Bellapan regentado por chinos). También había, en la calle Vilamarí, subiendo a mano derecha, una mercería, pero ya he olvidado dónde estaba exactamente.
Y si nosotros nos olvidamos ¿qué van a echar de menos las generaciones que acaban de llegar al mundo o la ciudad y, lógicamente, no los han conocido? Para ellos Barcelona es esto de ahora, no recuerdos de viejos gruñones. En Sant Antoni, el punto de inflexión definitivo se dará cuando reinauguren el mercado,
En menos de un lustro el barrio de Sant Antoni ya se habrá ‘bornizado’ del todo
remodelado y con todos los hallazgos arqueológicos a la vista. Si ya ahora las calles del barrio van llenas de turistas, imaginen cuando el nuevo mercado se convierta en un foco de puestos de degustación (¡que no falte el sushi!). Muchos edificios se han convertido ya en apartamentos turísticos y albergues (eso que según parece ahora tenemos que llamar hostels). En menos de un lustro el barrio se habrá bornizado del todo.
A mano izquierda de la calle Entença, los cuatro últimos establecimientos antes de llegar a Floridablanca son el bar Amadeo, la tienda de reparación de televisores Tet, la barbería pakistaní Rocky (Hair Style) y un espacio sin puertas que se llama pica&pica24h. Hasta hace unas semanas había un “belleza y bienestar”: Le Petit Centre. El pica&pica24h tiene las paredes y los techos de colores naranja y negro. Hay cuatro máquinas de vending. Cuando entras un altavoz te avisa de que una cámara te está grabando. En una de las máquinas puedes comprar patatas fritas, Bollycao minis, Oreo, Donettes, Red Bull, Cacaolat, Coca-Cola... En otra, cafés: largo, cortado, capuccino, descafeinado... En otra, bocadillos: Amerikan [sic] Chicken, London Burguer, Big Burguer... Todos salen calientes de la máquina. La cuarta es la más interesante: librillos de papeles para cigarrillos y porros, mecheros, tests de alcoholemia, tampones, salvaslips EvaxGo, condones Durex, lubricantes Durex, Egg (“sex toy masturbador para hombres”), muñecas inflables Romping Rosy, bolas chinas, Dark Easy Rider (“the perfect male masturbator”) y el Lady Lust Finger. Así, los paseantes, antes de volver al apartamento alquilado o al hostel, pueden comprar una hamburguesa caliente, unos condones o un alargador de pene (3 euros). Y si no han conseguido ligar, un Dark Easy Rider. Como dice el amo del bar Lalans, “San Antón, san Antoniño, dáme forzas no carallo como ao porco no fuciño”. ( Fuciño: hocico.)