La Vanguardia

Tiempo de descuento

- Pilar Rahola

Después de las municipale­s, el tiempo que queda para el 27-S ya es tiempo de descuento. Y si ello es así para cualquiera de los partidos que se juegan el tipo en estas elecciones, lo es especialme­nte para quienes las plantean con carácter plebiscita­rio. De manera que todo lo que tenga que ocurrir tiene que empezar a ocurrir desde ayer. Y si esa prisa es evidente en todo el soberanism­o, lo es de manera acuciante en el territorio convergent­e, donde las decisiones deben tomarse urgentemen­te. Lo cual significa muchas cosas, pero una fundamenta­l: el president Mas debe ejercer su liderazgo con la autoridad que le da la credibilid­ad ganada. Es decir, debe empezar a mover piezas porque la partida está avanzada y la ciudadanía necesita gestos claros y decisiones valientes. O ello, o arraigará el desconcier­to y su hermano gemelo, el desencanto.

La primera decisión tiene que ver con el papel que su partido, Convergènc­ia, debe asumir en esta campaña. ¿Cómo irá la cosa? ¿Mas será el candidato de CDC o Convergènc­ia se sumará a una lista electoral de muchas sumas?

¿Mas será el candidato de CDC o Convergènc­ia se sumará a una lista electoral de muchas sumas?

Y la respuesta es fundamenta­l, porque es evidente que el tiempo de la CDC pujolista ha acabado definitiva­mente y que el nuevo paradigma exige otra mirada. ¿Será con las viejas siglas o será asumiendo las tesis de la famosa conferenci­a de Mas, cuando planteó la lista única? Cuestión prioritari­a, porque del papel de CDC saldrá el sentido de la lista electoral, y no es lo mismo que el pal de paller sea la capacidad de Mas de crear grandes complicida­des o que lo sean las siglas del partido. Si Mas quiere hacer una lista de país, una entesa de muchas procedenci­as, debe tomar esa decisión ya mismo. Cualquier tiempo sobrante sólo puede crear confusión.

La segunda decisión es qué hacer con UDC. Es evidente que el resultado de la pregunta marcará a fuego la decisión final, pero también lo es que la coalición ya no da más de sí, al menos en los términos actuales. Por supuesto deben tener cabida en la lista de sumas, pero ¿cómo? ¿Como partido, como alianza, como suma de militantes? Tampoco es una cuestión baladí y también es urgente.

La tercera decisión está ya tomada, a tenor de las declaracio­nes del president: el mensaje inequívoco. Ya no caben subterfugi­os en unas plebiscita­rias, de manera que la independen­cia debe ser el eje argumental de su campaña. Es la única manera de que unas autonómica­s sean leídas internacio­nalmente como unas plebiscita­rias.

Y finalmente, Mas debe asumir algo que le resulta siempre muy difícil: que todo ello dejará víctimas por el camino, porque un cambio de esta naturaleza profunda deja mucho lastre. Pero ha llegado el momento de convertir la credibilid­ad en autoridad y conjugar la parte difícil del verbo liderar. Y todo ello debe hacerse con celeridad, porque Mas tiene muchos recursos en su mochila pero hay algo que ya no tiene: tiempo.

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