Imaginación vigilada
Javier Aparicio cierra su tetralogía sobre la creación contemporánea
Después de la inteligencia artificial ha llegado la hora de la imaginación domesticada? ¿Imaginamos lo que, sin darnos cuenta, se nos induce a que imaginemos? ¿La ininterrumpida recogida de información de nuestros datos personales modela la construcción de nuestra identidad, nuestros sueños y nuestros deseos confiados a un algoritmo? Javier Aparicio Maydeu, profesor de Literatura en la Universitat Pompeu Fabra, cierra El artista en sus laberintos, su tetralogía sobre la creación contemporánea, con La imaginación en la jaula (Cátedra), en la que desentraña las estrategias de lo que llama ‘la creación coartada’. “Un protocolo de asociaciones y conectividad está sustituyendo un viejo concepto de imaginación entendida como el resultado de operaciones introspectivas de figuración y de fantasía”, dice Aparicio. “Desde el momento en que ha saltado a la sociedad del espectáculo, la imaginación ha dejado de ser un medio de expresión de la libertad personal para pasar a ser una suerte de medio de exhibición de la conectividad personal”.
Aparicio habla de creación creativa, recreativa y lucrativa. ¿Qué ha cambiado respecto al viejo debate entre libro literario y de entretenimiento? “Quiero dejar claro –dice el autor– que no soy apocalíptico. Parto de que el concepto que se tenía de creación ha cambiado radicalmente porque se ha producido un desdoblamiento entre la creación y la creatividad. Hay multitud de agentes e instancias que deciden lo que han de crear los autores, por donde han de ir, a qué tendencias de moda adaptarse”.
¿Cuál es entonces la jaula? “Antes –responde– el autor creaba y acudía al sistema, después fueron los intermediarios los que acudieron al sistema en representación del autor, y ahora en buena medida es el sistema el que crea a sus autores”.
La creatividad se ha convertido en una palabra mágica. Un anzuelo del márketing para dar barniz cultural todo a tipo de empresas, incluso a cocineros que venden glamour. “Se ha fomentado –dice Aparicio– la necesidad de que todo el mundo sea creativo. Una creatividad compulsiva, con miles de perso- nas ansiosas e impacientes que desean fervorosamente entrar en el mercado y convertirse en autores.
Poco importa que nunca hubieran tenido la más mínima intención de ser autores, se les convence. Las distintas instancias de coaching les cogen de la mano para indicarles lo que han de hacer, cómo y dónde. Pero ¿adónde van?, ¿para qué? Mu- chas veces no tienen un universo propio, como si poseen Beuys o Modiano, ni los requisitos que mueven a un verdadero autor para hacer que una obra prolongue en cierta medida su personalidad o sea perdurable.”.
¿Para qué un libro, una obra de arte, una película? “En cierta medida –según el ensayista– son las plataformas como wattpad, storify, los curadores, las grandes editoriales las que te construyen o modelan a ti como autor. Se están creando obras que no son la proyección del aura del individuo, no surgen de una necesidad interior, son obras que no se habitan y que se olvidan con rapidez. Son obras fruto de la creatividad de la vanidad-del-estar y ya no de la creación de la necesidad-del-ser, obras que prescinden del esfuerzo denodado, de la insoslayable corrección, de la crítica cultural o sociopolítica o la reflexión en beneficio de la inmediatez que exige la incitación a la exposición publica. Si tienes muchos followers, te considerarán rentable y te animarán a publicar. Esto es lo que valoran, no tu obra”.
El autor denuncia el auge de la creatividad de la vanidad del ‘estar’ y no de la necesidad del ‘ser’