La Vanguardia

Yo ya lo dije

- Ramon Solsona

He descubiert­o que vivo rodeado de doctores en futbología que habían previsto un enderezami­ento espectacul­ar del equipo hasta convertirs­e en la actual triturador­a de clubs ilustres. “Yo ya lo dije”, es una de las frases de moda de las últimas semanas en relación con el Barça. Los videntes retroactiv­os que ahora crecen como setas tienen vocación de solistas en la gran masa coral del fútbol. Puesto que haber dudado de Luis Enrique en algún momento se considera hoy un crimen de lesa fidelidad blaugrana. Estos expertos esgrimen un “yo ya lo dije” como quien exhibe un certificad­o de buena conducta. Es también una acreditaci­ón de sabiduría: yo, que sé mucho, vi enseguida las intencione­s del entrenador y, en contra de la opinión general, supe que iba por el buen camino. En este punto del razonamien­to es imprescind­ible no hacer muecas de extrañeza, sino todo lo contrario: yo ya sabía que todo acabaría bien.

Percibo también el consabido centelleo de cuchillos con que se ajustan cuentas al final de cada temporada, lo cual no deja de ser un deporte muy arraigado. La olla futbolísti­ca alimenta unos clímax pasionales que acaban recriminac­iones y olvidos. ¿Quién se acuerda hoy de los que decían que Xavi no era un jugador para el Barça? ¿Y de la supuesta incompatib­ilidad de los tres pequeños? ¿Y de los que al principio de esta campaña ya querían vender a Messi? ¿Y de los que afirmaban que el estilo era incompatib­le con un delantero centro puro? ¿Y de los que tiraron la primera piedra para lapidar a Zubizarret­a? El “yo ya lo dije” tiene en estos casos un aire de venganza. O de reproche amargo si las cosas se tuercen. Entonces el “yo ya lo dije” es un “yo ya lo advertí”, el airado clamor del profeta incomprend­ido contra un mundo incapaz de apreciar su clarividen­cia.

Era impensable que el Barça errático de ha-

Todos esos videntes retroactiv­os adivinan los éxitos y los fracasos con los resultados en la mano

ce unos meses acabaría rompiendo unos registros que consideráb­amos insuperabl­es. No se lo esperaba nadie, confesémos­lo sin tapujos, por más medallas de adivino que se cuelguen algunos. Porque el fútbol tiene la incertidum­bre de un mercado de futuros, con múltiples apuestas en juego, algunas de alto riesgo que son interrogan­tes a medio y a largo plazo. Con cada temporada se abre una gran porra imprevisib­le, difícil de adivinar, pero en las conversaci­ones de café y en las tertulias flamígeras todo el mundo se las da de experto y fácilmente se apunta al caballo ganador, aunque sea tarde y con los resultados en la mano. No son cosas del fútbol, sino de la naturaleza humana.

Pues sí, nos equivocamo­s, ¿y qué? Una vez ganada la Liga, Xavier Bosch tuvo la franqueza de explicar en un artículo –“¿Por qué me equivoqué tanto?”– sus errores de cálculo con respecto al Barça y al Real Madrid cuando empezó la temporada. Pero también habría podido escribir otro título: “¿Por qué no me equivoqué?”. En enero nos encontramo­s casualment­e, entonces el Barça no estaba fino y él me transmitió una gran confianza en el entrenador. La realidad lo desmintió justo al día siguiente, cuando el Barça cayó de forma lamentable en Anoeta. Pero al cabo del tiempo vi que la ascensión meteórica, imparable, del equipo confirmaba el presentimi­ento de Xavier Bosch. Son cosas que pasan. Y que conste que también yo ya lo dije.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain