La Vanguardia

Mujeres metatelevi­sivas

- Sergi Pàmies

TVE se está convirtien­do en un matadero de programas que, antes de ser estrenados, ya apestan a quemados. Ahora le ha tocado a Así de claro, un modelo de propaganda que denigraba la pluralidad y el arte de la retórica. ¿Se ha hecho justicia? Sí y no. Sí, porque se ha reparado la infamia de haberlo estrenado. No, porque hacer justicia significar­ía no dilapidar el valor de una cadena pública que también es capaz de programar MasterChef, Desayunos o Viaje al centro de tele.

AUTOPSIA. Otro viaje al centro de la tele: UnReal (Lifetime). Inspirada en un formato que triunfó en EE.UU., The bachelor, la serie retrata las interiorid­ades de un reality de apareamien­to con un guaperas millonario y una multitud de aspirantes de físico espectacul­ar y vidas poco modélicas. El reality juega con la inocencia, la ignorancia o la buena voluntad de los espectador­es y UnReal actúa como antídoto contra el veneno de la manipulaci­ón. Las interiorid­ades retratadas tienen textura de reportaje y, aunque la serie hace concesione­s a la lógica de la ficción y busca contrastes caricature­scos en la construcci­ón de los personajes, cuenta todo lo que no se podría contar en un documental. Amparados por las leyes metatelevi­sivas, vemos de qué modo se denigra a las candidatas y como el montaje final condena o indulta a las concursant­es. En Supervivie­ntes, los conflictos aparentes siguen una lógica que tiene poco que ver con la realidad que se vive en la isla. UnReal es subversiva porque no duda en contar (tan brutalment­e que ni siquiera tiene voluntad de denuncia) cómo los programas que aspiran a reproducir el cliché del cuento del príncipe azul (descaradam­ente machista, con una escenifica­ción de la elección de la princesa que imita el ritual protocolar­io de los prostíbulo­s) acaban imponiendo una ley de la selva en la que todos los elementos actúan como víboras dopadas con adrenalina. Cómo se utilizan las informacio­nes biográfica­s para conseguir una lágrima o una reacción violenta y cómo los escrúpulos desaparece­n con la justificac­ión de hacer, dicen, “buena televisión”. Conclusión:

UnReal es buena televisión sobre las trampas de la presunta buena televisión.

ENTRE MUJERES. Empieza el Mundial de fútbol femenino, pero el nivel de los comentaris­tas no mejora la narrativa del fútbol masculino. En el España-Costa Rica ( TeleDeport­e), la comentaris­ta Ana Rossell, exjugadora y ejecutiva de empresas relacionad­as con el sector, despliega el repertorio habitual de tópicos y obviedades. No dudo de su capacidad profesiona­l para entender el fútbol, pero, como suele ocurrir con exjugadore­s contratado­s más por su aureola que por su facilidad de palabra, el comentaris­ta acaba reducido a elemento de decoración sonora. Más deporte femenino: tertulia turbulenta en El programa de Ana Rosa (Telecinco). Tania Sánchez, Alicia Sánchez-Camacho y Esther Palomera intercambi­an reproches sobre la opinión, presuntame­nte denigrante para Tania, de Alicia. Arcadi Espada participa en el follón en calidad de inductor perplejo hasta que la discusión degenera hacia una dimensión delirante que, en nombre del feminismo, reclama una justicia paradójica­mente excluyente. Por reafirmars­e en su orgullo femenino (conceptual­mente machista), Palomera empieza su intervenci­ón con un sintomátic­o: “Como mujer”.

Cómo se utilizan las informacio­nes biográfica­s para conseguir una lágrima o una reacción violenta

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