Mujeres metatelevisivas
TVE se está convirtiendo en un matadero de programas que, antes de ser estrenados, ya apestan a quemados. Ahora le ha tocado a Así de claro, un modelo de propaganda que denigraba la pluralidad y el arte de la retórica. ¿Se ha hecho justicia? Sí y no. Sí, porque se ha reparado la infamia de haberlo estrenado. No, porque hacer justicia significaría no dilapidar el valor de una cadena pública que también es capaz de programar MasterChef, Desayunos o Viaje al centro de tele.
AUTOPSIA. Otro viaje al centro de la tele: UnReal (Lifetime). Inspirada en un formato que triunfó en EE.UU., The bachelor, la serie retrata las interioridades de un reality de apareamiento con un guaperas millonario y una multitud de aspirantes de físico espectacular y vidas poco modélicas. El reality juega con la inocencia, la ignorancia o la buena voluntad de los espectadores y UnReal actúa como antídoto contra el veneno de la manipulación. Las interioridades retratadas tienen textura de reportaje y, aunque la serie hace concesiones a la lógica de la ficción y busca contrastes caricaturescos en la construcción de los personajes, cuenta todo lo que no se podría contar en un documental. Amparados por las leyes metatelevisivas, vemos de qué modo se denigra a las candidatas y como el montaje final condena o indulta a las concursantes. En Supervivientes, los conflictos aparentes siguen una lógica que tiene poco que ver con la realidad que se vive en la isla. UnReal es subversiva porque no duda en contar (tan brutalmente que ni siquiera tiene voluntad de denuncia) cómo los programas que aspiran a reproducir el cliché del cuento del príncipe azul (descaradamente machista, con una escenificación de la elección de la princesa que imita el ritual protocolario de los prostíbulos) acaban imponiendo una ley de la selva en la que todos los elementos actúan como víboras dopadas con adrenalina. Cómo se utilizan las informaciones biográficas para conseguir una lágrima o una reacción violenta y cómo los escrúpulos desaparecen con la justificación de hacer, dicen, “buena televisión”. Conclusión:
UnReal es buena televisión sobre las trampas de la presunta buena televisión.
ENTRE MUJERES. Empieza el Mundial de fútbol femenino, pero el nivel de los comentaristas no mejora la narrativa del fútbol masculino. En el España-Costa Rica ( TeleDeporte), la comentarista Ana Rossell, exjugadora y ejecutiva de empresas relacionadas con el sector, despliega el repertorio habitual de tópicos y obviedades. No dudo de su capacidad profesional para entender el fútbol, pero, como suele ocurrir con exjugadores contratados más por su aureola que por su facilidad de palabra, el comentarista acaba reducido a elemento de decoración sonora. Más deporte femenino: tertulia turbulenta en El programa de Ana Rosa (Telecinco). Tania Sánchez, Alicia Sánchez-Camacho y Esther Palomera intercambian reproches sobre la opinión, presuntamente denigrante para Tania, de Alicia. Arcadi Espada participa en el follón en calidad de inductor perplejo hasta que la discusión degenera hacia una dimensión delirante que, en nombre del feminismo, reclama una justicia paradójicamente excluyente. Por reafirmarse en su orgullo femenino (conceptualmente machista), Palomera empieza su intervención con un sintomático: “Como mujer”.
Cómo se utilizan las informaciones biográficas para conseguir una lágrima o una reacción violenta