La eterna juventud de Miró
La fundación ha registrado 13 millones de visitas en 40 años E L M I R A D O R
Toda fiesta de aniversario suele tener un punto de nostalgia. Y la celebración ayer de los 40 años de la Fundació Miró la tuvo por partida doble. Por un lado el recuerdo de lo mucho que ha cambiado –el museo y buena parte de los presentes– desde que se inauguró el 10 de junio de 1975 –cuando aún vivía Franco. Por otro, la presencia del alcalde Xavier Trias y el teniente de alcalde de cultura Jaume Ciurana en el que probablemente será uno de sus últimos actos oficiales al frente del actual ayuntamiento.
la Fundació Miró quiso celebrar su aniversario con una fiesta en el exterior, en la misma avenida de Miramar, con juegos infantiles, espectáculos de danza, con alumnos del Institut del Teatre y la compañía Broda Bros, y música, con la banda Flamingo Tours. Programó también una acción musical, dirigida por Jaume Baucis, entorno a Qualsevol nit por sortir el sol, la canción de Jaume Sisa, editada –¿adivinan?– en 1975 (por cierto, también fue la canción que cerró el Fòrum Universal de les Cultures, del 2004).
Y hubo también parlamentos que abrió el presidente del patronato de la fundación, Jaume Freixa, que pidió excusas por hablar de los días previos a la apertura, cuando él mismo como arquitecto ayudante de Josep Lluís Sert trabajaba con los pocos empleados que había “transportando muebles, colgando cortinas, como si fuera una mudanza”. Y recordó el día de la inauguración, “cuando llegaron Joan Miró y su esposa Pilar Juncosa, Sert y su esposa Moncha, Joaquim Gomis, el notario Noguera, artífices todos ellos del museo y hoy desaparecidos”. Freixa evocó como aquel museo que empezó con 100.000 visitantes anuales, ha pasado a los 700.000, y de los 4.800 metros cuadrados de superficie a los 8.000, “la mayoría bajo tierra para respetar el edificio”. Y se refirió a los cambios de una ciudad que en aquel momento apenas tenía equipamientos culturales, fuera del Museo Picasso.
Rosa Maria Malet empezó su parlamento con un “hemos crecido juntos”, que en su caso es absolutamente biográfico. Tras licenciarse en Filosofía y letras, de inmediato empezó a trabajar como ayudante de conservadora para catalogar la obra gráfica de Miró... en 1975. Y cinco años después pasaba a ocupar la dirección de la Fundació que ha mantenido hasta ahora. “Si Barcelona se abrió al arte contemporáneo gracias al proyecto de Miró, nosotros hemos querido respetar su deseo de que fuera un centro abierto a los jóvenes, además de defender y difundir su obra”. Del balance de esos años se encargó Pilar Pifarré, secretaria general de Cultura de la Generalitat: “Desde 1975 la Fundació Miró ha recibido más de 13 millones de visitantes, ha programado 356 exposiciones temporales y 261 en el Espai 10/13, y cerca de 2.000 actividades”. Y gracias al impulso y la ilusión de la familia Miró y del equipo de la fundación “el mundo mironiano se ha incorporado a nuestro imaginario”.
La clausura le correspondió a Xavier Trias. “Para mi es un placer estar aquí, aún como alcalde”. Fue su única concesión a la nostalgia. El resto de su parlamento tuvo tono institucional. “La Fundació Miró se inauguró en un momento difícil, bajo la dictadura. Miró era un pintor universal que no era precisamente apreciado por la dictadura franquista”. Elogió el trabajo del equipo rector. “Ha dado a conocer Barcelona al mundo. La ciudad no es solo el Barça, aunque Miró también le dedicó un cartel; esa fundación nos ha dado
proyección internacional, ha demostrado que Barcelona es una ciudad de cultura, de innovación, de conocimiento”. Incluso se permitió una recomendación: “Es lo que hemos de continuar haciendo, hasta convertir Montjuïc en la montaña de los museos, en la que la Fundació Miró será siempre su joya”. Y se despidió con unas palabras que parecían tener doble sentido: “Cuando salgo a esta terraza y veo la ciudad... esto es extraordinario, es cuando veo la posibilidad de proyectarnos al mundo”.
Una amplia representación del mundo de la cultura (Joan Pere Viladecans, Sergi Aguilar, Jaume Reus, Conxita Oliver, Vicenç Altaió, Joan Gaspar, Eduard Fornés, Joan Trullén... ) subió hasta Montjuïc para sumarse a la fiesta. Y muchos niños, que jugaron en el suelo y pintaron con los colores mironianos: azul, rojo, amarillo... Para ellos, como para Miró, “el temps no compta ni l’espai...Qualsevol nit pot sortir el sol”.