La ciudad de gris
Con ‘La mujer de gris’, Anna Maria Villalonga da otro giro de tuerca a la nueva literatura negra catalana
Ana María Villalonga propone en La mujer de gris una novela negra que reflexiona sobre la soledad y la infelicidad en que viven muchos habitantes de la gran ciudad.
Un empleado de banca recientemente prejubilado no sabe qué hacer con sus días, con su vida cotidiana. De repente se da cuenta de que no tiene amigos, de que sin compañeros de trabajo ya no tiene con quien hablar. El aburrimiento se torna desesperación, se mira al espejo, y un perturbado le devuelve la mirada, apenas puede dormir por las noches, se siente fatal, se siente un miserable…
Hasta que un día, por casualidad, se sorprende a sí mismo siguiendo los pasos de una mujer: una mujer corriente que camina por la calle, una mujer que a nadie llama la atención, que trabaja en una peluquería.
Y lo hace un día tras otro, y todo el rato toma notas en una libreta que se compra ex profeso, y se afana en su empeño, descubre una sombra de tristeza en la cara de esa mujer. Pero el empleado de banca recientemente jubilado no es ningún pervertido. No pretende acosar a esa mujer, no piensa ni mucho menos en acostarse con ella, siquiera dirigirle una palabra. Simplemente quiere mantenerse ocupado. Lo que pasa es que luego uno descubre que...
La crítica y profesora de Literatura Catalana de la Universitat de Barcelona Anna Maria Villalonga acaba de publicar, de la mano de la editorial Navona Negra, la versión en castellano de La dona de gris, Se llama La mujer de gris, y es el resultado de alimentar un poco más la literatura negra catalana.
Porque por estas latitudes se está configurando una nueva manera de contar las historias más oscuras. A veces basta con detenerse un momento, fijarse en lo que nos rodea… y estremecerse. El thriller, ahora, aquí, se torna próximo, cotidiano, familiar… Escribe una crónica de nuestros tiempos. Tanto en catalán como en castellano.
Lo ilustran las historias de Empar Fernández, Lluís Llort, Carlos Zanón… relatos sin ningún ordenador que de repente te dice dónde está la segunda residencia del terrible psicópata que comete unos crímenes atroces, relatos protagonizados por personajes muy mundanos, por una gente muy normal que se halla en tesituras vitales nada llamativas. Lo que pasa es que luego uno descubre que… Y por ello estas historias resultan tan estremecedoras, emocionantes, adictivas…
Villalonga habla de nuestra sociedad, de una sociedad impersonal y globalizada donde uno se siente solo. Uno reconoce Barcelona todo el rato, reconoce el Eixample y reconoce el Raval. Pero ninguno de estos nombres está escrito. En verdad podríamos estar en cualquier otra ciudad más o menos grande. Porque en el fondo Villalonga está hablando de nuestros miedos y angustias.
Habla de la soledad, el aburrimiento, la impotencia, la desesperación, la incomprensión, la autodestrucción, el aislamiento, la vejez, la tristeza…
El protagonista de La mujer de gris, el empleado de banca recientemente prejubilado que no sabe qué hacer con sus días, con su vida cotidiana… ¿cómo se llamaba el protagonista? No es más que todo aquello en lo que ninguno de nosotros quiere convertirse. Una especie de semáforo, una advertencia… ¿Cómo diablos se llamaba ese hombre?
“Yo quería hablar de cómo uno puede sentirse muy solo en la gran ciudad, de cómo uno puede encaminarse hacia la autodes- trucción y la infelicidad –explicaba el otro día la propia autora–. Creo que la novela negra está buscando nuevos caminos, varios autores están tratando de explicar los auténticos problemas de nuestra sociedad a través de unas historias que no casan con los cánones clásicos de las historias de policías”.
Y todo esto Villalonga lo escribe con tremenda sencillez, sin aspavientos ni artificios, con los personajes y los párrafos justos.
“Quiero hablar de cómo uno puede sentirse muy solo en la gran ciudad”, dice Villalonga
Sin una palabra de más. Parco. Uno se lo lee todo de un par de tirones. Aquí no se producen giros inesperados y explosivos, nadie a quién creíamos muerto aparece de repente para revelarnos que…
En La mujer de gris más bien se producen los hechos que uno teme, hechos que uno no quiere que pasen. Todo está impregnado de cierto fatalismo, todo se complica de un modo inexorable y todo te envuelve...
Hasta la última página.