La Vanguardia

HBO no siempre acierta

La comedia ‘The brink’, con Tim Robbins, es la prueba de que no toda serie del prestigios­o canal es una joya que aporta calidad a la televisión

- PERE SOLÀ GIMFERRER

“No es televisión, es HBO”, rezaba el clásico eslogan del canal adorado por la estirpe seriéfila. Las siglas se consideran sinónimo de calidad desde que cohabitaro­n en su programaci­ón Los Soprano, Carni

vàle, Deadwood y Roma. Se presupone que cualquier drama será incómodo, complejo y perspicaz, y cualquier comedia llevará el humor al límite. Pero la casa de la buena televisión tampoco es infalible y de vez en cuando regala algún muermo. Los críticos se suelen andar con cuidado, acostumbra­dos como están a aplaudir las obras del canal, pero con The brink ni tan siquiera han fingido. Por tratarse de una comedia política y reunir a Tim Robbins y Jack Black, no está a la altura. No es otra joya que rete el intelecto de sus espectador­es.

El problema de The brink, que Canal+ Series emite los lunes a las 23.35 h, es que juega en un terreno muy similar a Veep. Si la serie de Armando Ianucci parodia la política y se ríe de lo ridículas que pueden ser las relaciones entre los gabinetes políticos, esta nueva comedia se mete en geopolític­a. Estados Unidos está a punto de entrar en guerra con Pakistán por el ascenso de un líder antiameric­ano y proterrori­sta. Pero los creadores Roberto y Kim Benabib no van más allá del sketch alargado, se quedan en las palabrotas, las alusiones al sexo y unos personajes insoportab­les. No sirve como una comedia ácida y mordaz: el toque HBO se queda en la superficie de la libertad creativa que ofrece el canal. En este sentido, recuerda a True

blood. Desde un principio la adaptación de las novelas de Charlaine Harris que capitaneó Alan Ball despertó opiniones muy dispares. ¿Por qué el prestigios­o canal se metía a hablar de vampiros y hombres lobo con un tono entre el melodrama, la comedia y el terror? Por suerte, había quienes entendían el vehículo de Ball como un trasnochad­o ejercicio, una forma de retar las convencion­es de HBO escribiend­o una obra que funcio-

naba como parodia y como drama, enmarcada en la filosofía del exceso. Pero a medida que su público aumentó, desapareci­ó el doble juego que la legitimaba. Ya sólo era un melodrama infumable que aburría incluso a sus defensores iniciales. Puede que tuviera la audiencia masiva que HBO necesitaba tras el fin de Los Soprano, pero hizo tambalear la imagen de marca del canal mientras se forjaba ese fenómeno llamado Juego de

tronos.

Los fichajes estrella como el de Ball, que había escrito A dos metros

bajo tierra, no siempre conllevan grandes incorporac­iones a la programaci­ón. Sólo hace falta ver qué pasó con The newsroom de Aaron Sorkin, el respetado creador de El

ala oeste de la Casa Blanca y que acababa de ganar un Oscar por el guion de La red social.

Hubo quienes compraron los sermones demócratas y unos personajes femeninos que rozaban el insulto, pero los entresijos de la producción demostraro­n la verdadera opinión que suscitaba dentro de la empresa. Sorkin renovó la sala de guionistas del primer al segundo año, hizo perder millones de dólares al canal cuando quiso reescribir los guiones de la segunda temporada y, cuando se anunció que la tercera temporada sería la última, entre líneas se podía leer que era por razones creativas. Suerte que tomaron esta decisión. A las enésimas críticas sobre el machismo imperante en su serie, se le sumaron los correos filtrados de Sony donde Sorkin despreciab­a el trabajo de las actrices de Hollywood, que considerab­a que se esforzaban menos que sus compañeros masculinos. Sólo por este tufo misógino, HBO pudo respirar aliviada cuando The newsroom emitió el último episodio.

Pero este desprecio que se ganó a pulso entre los sectores más feministas permitirá que sea recordada, ni que sea como la excepción que confirma la norma de HBO. Otras como Hung y John from Cincinnati no tienen el mismo honor, olvidadas ya antes de despedirse. Y, por mala suerte para Paz Vega, quizá la próxima víctima sea Vi

deosyncrac­y, la serie que David Fincher prepara sobre la industria de los videoclips en los años ochenta y donde participa la actriz sevillana. El canal ha parado la producción, insatisfec­ho con el metraje rodado. Claro que, para formar parte del club de ovejas negras, primero debe llegar a estrenarse.

 ?? HBO ?? Tim Robbins no ha obtenido el aplauso que esperaba por estrenarse como protagonis­ta de una serie de televisión
HBO Tim Robbins no ha obtenido el aplauso que esperaba por estrenarse como protagonis­ta de una serie de televisión
 ?? HBO ?? Paquin encabezó el experiment­o True blood
HBO Paquin encabezó el experiment­o True blood
 ?? HBO ?? Daniels era Will McAvoy en The newsroom
HBO Daniels era Will McAvoy en The newsroom
 ?? HBO ?? Jane no revitalizó su carrera con Hung
HBO Jane no revitalizó su carrera con Hung

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