La voz de los silenciados
Fundadora de la Asociación de Víctimas del Terrorismo ANA MARÍA VIDAL-ABARCA (1938-2015)
Ana María VidalAbarca fue fundadora de la Asociación Víctimas del Terrorismo en 1981 cuando los afectados por la violencia carecían del menor apoyo político e incluso del asistencial. Años más tarde, Vidal-Abarca fue nombrada presidenta de la Fundación Víctimas del Terrorismo,
Nacida en Vitoria, VidalAbarca estuvo casada con el comandante del ejército Jesús Velasco Zuazola, que era el jefe de los Miñones alaveses (policía foral) cuando fue asesinado el 10 de enero de 1980. El militar fue tiroteado cuando acababa de dejar a dos de sus cuatro hijas en el colegio. Herido de gravedad, fue trasladado a un centro sanitario, pero falleció durante el traslado. Pocos meses después del atentado, Ana María Vidal Abarca, que había sido militante de Alianza Popular, y sus cuatro hijas se trasladaron a Madrid donde instalaron su domicilio.
En la capital española, la viuda del comandante Velasco, junto con Sonsoles Álvarez de Toledo, viuda de un teniente coronel muerto en el incendio del hotel Corona de Aragón, e Isabel O’Shea constituyeron a principios de 1981 la Hermandad de Víctimas del Terrorismo, que luego pasaría a ser la AVT, para ayudar a los damnificados por la violencia. “Las tres empezamos una labor muy difícil, muy dura, en unas circunstancias en las que no nos hacía caso nadie –recordaría años más tarde Vidal Abarca–. Fuimos consiguiendo cosas, que las víctimas nos fueran conociendo”.
“Nuestro primer problema –relató Vidal Abarca– fue ponernos en contacto con los afectados. No teníamos direcciones, y todo eran dificultades para conseguirlas por parte de quienes nos las podían facilitar. Poco a poco, con mucho tesón y tras múltiples gestiones, fuimos haciéndonos con unos listados que nos ayudaron en esa labor. Además, cuantos más éramos, más gente había para buscar al resto. Esta fue una la- bor penosa”. La tarea de las tres fundadoras de la AVT encontró incomprensión en la administración, y no fue hasta la llegada de José Barrionuevo al Ministerio del Interior cuando encontraron una mano tendida: “Desde el primer momento nos recibió con los brazos abiertos. Nos concedió una subvención y siempre atendió nuestras peticiones. Tenemos muy buen recuerdo de Barrionuevo”.
La asociación creó un área social y asistencial para ayudar a las víctimas del terrorismo y, además, promovió la personación en los juicios por causas terroristas para velar por los intereses de las víctimas. Las tres fundadoras actuaron durante la primera etapa como una presidencia colegiada, antes de ceder el puesto a Pablo García Sánchez, padre de la inspectora María José Sánchez, asesinada en Zarautz. En 1989, Vidal Abarca fue elegida presidenta de la AVT y ejerció el cargo durante una década. En ese tiempo promovió inicia- tivas que se adelantaron a su tiempo: en 1991 planteó que el Estado anticipara las indemnizaciones para todas las víctimas de los delitos; en 1995 recogió un millón de firmas apoyando el cumplimiento íntegro de las penas por parte de los terroristas. Consiguió, sobre todo, que las víctimas dejaran de ser las grandes ignoradas de la sociedad española y se hicieran un hueco en la agenda pública con sus demandas.
En el 2001, cuando se constituyó la Fundación de Víctimas del Terrorismo, presidida por Adolfo Suárez, Ana María Vidal Abarca fue nombrada vicepresidenta de la entidad. En diciembre del 2004 pasó a ser presidenta ejecutiva, mientras Suárez era presidente honorífico. Sin embargo, en julio del 2005 presentó su dimisión ante las fricciones y la desunión que percibía entre las asociaciones de víctimas. En su renuncia advirtió que “posiblemente” los miembros de la fundación “se han politizado demasiado” y, al mismo tiempo, criticó que el pacto antiterrorista había quedado “maltrecho” y se le había “dejado de lado”. También influyó en su abandono los ataques del entonces presidente de la AVT, José Alcaraz, que llegó a presentar una demanda judicial contra Vidal Abarca y otros exdirigentes de la asociación.
Consiguió, sobre todo, que las víctimas dejaran de ser las grandes ignoradas de la sociedad española