Una fortaleza con fantasma
El castillo de Santa Florentina de Canet de Mar, bastión de los Siete Reinos
El castillo de Santa Florentina no tiene mazmorras, ni ninguna historia de sangre. Aunque sí que hay un fantasma: un hombre vestido con un traje claro al que le gusta pasear por las galerías superiores que dan al patio de armas. Explican, quienes aseguran haber hablado con los que lo han visto –incluso hay una foto de los años 40 en la que sale reflejado–, que el espectro no es otro que el arquitecto Lluís Domènech i Montaner, sobrino del que fuera uno de los dueños del castillo, Ramon de Montaner i Vila, y responsable de una intensa reforma que hizo de Santa Florentina, con origen en el siglo XI, un castillo todavía más medieval y singular con la plasmación en todo su esplendor de la corriente modernista conocida como neogótica.
La presencia del fantasma no ha sido decisiva para que este castillo de Canet de Mar se convierta en una de las localizaciones de la sexta temporada de Juego de Tronos (unos quince días de rodaje previstos en septiembre), pero es un elemento más a contar a los visitantes que se han multiplicado desde que semanas atrás se anunció que este castillo, cuyos cimientos son parte de una domus romana, formará parte para siempre de la popular serie de la cadena HBO. ¿Jon Nie- ve caminará por las galerías de servicio que parecen auténticos pasadizos secretos? ¿Daenerys Targaryen encenderá las viejas lámparas modernistas de forja de dragones retorcidos que adornan algunas estancias? ¿El sádico Joffrey Baratheon protagonizará algún san- griento banquete en la sala del trono del castillo? Una sala de trono, una espectacular estancia con varias chimeneas de piedra y con un detallado techo artesonado de madera, que se llama así porque fue donde Alfonso XIII recibía visitas. El monarca se alojó en el castillo unos días de 1908 con una amplia representación de miembros de su corte y del gobierno de España. Un viaje en el que el rey otorgó el título de conde de la Vall de Canet a Ramon de Montaner. De él, del primer conde, heredó el castillo su hija Julia, casada con Ricardo de Capmany, padres del pintor Ramón de Capmany y de Montaner. Las galerías por donde, se supone, pasea el fantasma del arquitecto modernista dan a un enorme espacio que era donde el artista tenía su taller. Debido a la visita regia, Santa Florentina tiene a su entrada dos leones encadenados, símbolo que lo reconoce como residencia real.
No se sabe qué se grabará en el castillo de Santa Florentina; y si se sabe, no se dice. Todo es secreto, incluso los propietarios actuales del castillo –un grupo de inversores rusos– apuntan que ni siquiera es seguro que se grabe la serie. Aunque las visitas técnicas ya hayan comenzado.
Los inversores rusos compraron el castillo, declarado Bien de Interés Cultural, a la familia Capmany hace un par de años. No completamente: hay una pequeña parte que todavía está ocupada por una rama de la familia. Entre los planes de los rusos está convertirlo en un pequeño hotel de gran lujo, aunque por ahora ya funciona como espacio singular para eventos y como escenario de bodas de alto copete. Eso sí, este año ya no ha acogido el tradicional festival de música clásica que le daba nombre. Pero Juego de Tronos ha hecho que su fama aumente: incluso hay grupos de americanos que se desplazan hasta Canet sólo para conocer el castillo... Porque sí, se puede visitar aunque hay que reservar antes. La excursión acaba con una copa de cava en la fresca bodega donde Lluís Domènech i Montaner reprodujo los mismos arcos que hay en el hospital de Sant Pau.
El edificio no tiene mazmorras, pero sí un fantasma; se cree que es el arquitecto Lluís Domènech i Montaner