La nueva música de la caverna
El festival Gong apuesta por sonidos alternativos y cumple diez años de vida en la cueva de Montserrat
Al cruzar el umbral de la entrada, se abre una cueva de 500 metros de profundidad que llega hasta el corazón de la montaña de Montserrat. El agua y el paso del tiempo han decorado los diferentes espacios con estalactitas y columnas de formas imposibles. Tan bella es la ornamentación que sus curvas inspiraron a Santiago Rusiñol, Ramón Casas i Antoni Gaudi –asociarla con la Sagrada Familia es un acto refle- jo. Allí habitaron los primeros pobladores de Montserrat, y ahora, desde hace diez años, se celebran conciertos de pequeño formato con instrumentos singulares dentro del festival Gong –instrumento de percusión de origen chino que da nombre al certamen.
“La persona que viene al festival lo hace porque quiere vivir una experiencia”, explica Albert Blancafort, director del Gong, quien resume a la perfección una tarde noche aquí: “Aparcas el coche y haces una relajante excursión de diez minu- tos. Llegas a la cueva con otra actitud y descubres Montserrat por dentro mientras disfrutas de una acústica y un espacio únicos. Acabado el concierto, sales de la cueva y bajas hasta la terraza. Te sientas en una de las pequeñas mesas de madera, bajo una romántica iluminación, y degustas un catering con productos de calidad en medio de la naturaleza”.
Entre ayer y hoy las Coves de Salnitre de Collbató, en Montserrat, acogen una nueva edición del Gong, un festival dedicado a los nuevos sonidos y comprometido con las músicas del mundo. Por primera vez se ha podido ver un espectáculo de danza dentro de la cueva: Orígens, una función de danza contemporánea y música de arpa protagonizada por Aleix Martínez, un joven bailarín del Ballet de Hamburgo que se enamoró del espacio e ideó una obra inspirada en la orografía de las cuevas y la montaña.
Uno de los platos fuertes fue el concierto inaugural de ayer a cargo de Ravid Goldschmidt, un músico israelí afincado en Barcelona que se ha convertido en uno de los mejores intérpretes de hang –instrumento de percusión de forma ovalada que se coloca sobre las piernas. Goldschmidt ha colaborado con músicos como Silvia Pérez Cruz y Carles Benavent, y en 2005 protagonizó el primer concierto del festival, fecha que recuerda emocionado: “Fue muy especial. Estaba más rojo que un tomate y hubo un momento en el que un grupo de murciélagos empezaron a dar vueltas encima mío, como hipnotizados, fue algo mágico. Tenía varios públicos. (ríe)”. Goldschmidt actuó en la plaza del Ponis de Collbató: “Durante muchos años el encargado de las cuevas era el Ponis, un hombre arraigado a la tierra y muy querido. Falleció hace cinco años, y curiosamente, la cueva se puso enferma, salieron hongos por todas partes. Ahora han decido poner su nombre a la plaza y ha sido un honor homenajearle con el sonido de mi hang”.
La terraza del Gong, cercana a la entrada de la cueva, sirvió también para presentar el Diapafon, un instrumento único en el mundo ideado por el luthier barcelonés Xavier García.
Hoy se celebrará un concierto en la cueva de cantos armónicos alternados por las sonoridades del gong. Y para cerrar el certamen, el festival se solidariza con los damnificados por el terremoto del Nepal en una audición gratuita en la que el músico nepalí Manish Shrestra combinará música clásica de su país y de la India con ritmos africanos y música celta.