El resfriado chino
Los mercados se mantienen escépticos ante la ausencia de reformas estructurales, la opacidad de datos y el cambio de ciclo
La información estadística que llega de China hay que observarla con cierto escepticismo, ya que las cifras abren dudas sobre lo que realmente sucede. Aun así, lo cierto es que la marcha de la economía del gigante asiático afecta a todo el mundo, para bien o para mal.
“Cuando se habla de China, la información estadística sólo es fiable con comillas. Las cifras engendran dudas sobre lo que realmente está pasando. El punto es que tanto como si es verdad, como si es mentira, esto afecta a todo el mundo”. Luis Blancafort, experto en economías emergentes del Sudeste Asiático de la consultora Asean Bridge resumía ayer con estas palabras el sentimiento de muchos operadores. Ivan Glasenberg, presidente de la firma minera Glencore, hace unos días había sido aún más contundente: “En estos momentos nadie de nosotros entiende lo que pasa en China y todavía estoy buscando a la persona capaz de hacer previsiones correctas”.
China es ya el principal o segundo socio comercial de más de 78 países. Representa el 13% del PIB mundial. Su crecimiento ha caído al nivel más bajo de los últimos veinte años. La versión oficial habla de un 7%, pero hay quien insinúa que se estaría más cerca del 5%. Pese a ello, en el último año, las bolsas del país subieron un 150%. La corrección era casi inevitable. Así como su influencia y contagio al resto de economías mundiales.
No obstante, preocupa que las autoridades chinas se han gastado hasta ahora 37.000 millones de euros para intentar enderezar las cotizaciones. Sin conseguir resultados apreciables. Ayer Shanghai cerró otra vez en números rojos y todas las plazas financieras europeas acabaron en negativo. Los analistas temen que esta liquidez acabe alimentando otra burbuja. “Los chinos son como cosmonautas que han se han olvidado de la falta de gravedad”, dijo Kirill Chuyko, de BCS Fi- nancial Group. Liu Li-Gang, del banco ANZ, sostiene que “la tradicional política monetaria no será suficiente para despejar las dudas sobre una economía que reposa sobre un endeudamiento colosal”. Una deuda que ya llegaría al 280% del PIB, según Mc Kinsey.
Jacinto Soler-Matutes, socio de Emergia Partners, consultora de finanzas corporativas especializada en emergentes estuvo hace pocos días en China y reconoce que los mercados siguen lógicas poco justificadas: “Para los chinos, invertir en bolsa es como jugar al casino”. De hecho, ayer se supo que las autoridades chinas están investigando a cinco empresas de corretaje por po- sibles irregularidades durante la reciente caída de las bolsas. Además, la agencia estatal Xinhua informó de que ocho empleados de Citic Securities son también objeto de una investigación por su presunta implicación en la compraventa ilegal de valores. A este cuadro hay que añadir que, según algunas estimaciones, las actividades de la banca clandestina (la que opera fuera del circuito oficial) ya representarían el 35% del PIB. La fragilidad del sistema es extrema.
Pero la economía real no se lo pasa mucho mejor. Hay indicadores que despiertan cierto recelo. Se prevé que el índice de gerentes de compras oficial del sector manufac-
La influencia china es tan grande que su salud tiene repercusiones mundiales
turero caerá a su nivel más bajo desde agosto del 2012, según una estimación de ayer. Y en la provincia de Guangdong se han perdido cinco millones de empleos en las factorías en el último año.
“El modelo tiene que cambiar a la fuerza, porque las firmas están siendo cada vez menos competitivas. En algunos sectores China ya está siendo sustituida por Bangladesh o India”, señala Blancafort. “Cuando ves las infraestructuras que hay en la costa, te das cuenta de que todo está ya construido. Las autoridades intentan promover la nueva ruta de la seda para tirar del carro, pero ya no da para más. Asimismo, en ciertas zonas los costes
Las valoraciones siguen altas y se registran irregularidades
son muy altos para el nivel de vida que hay. Al final esta transición les costará más de lo que pensaban”, añade Soler.
Willy Lam, profesor de la Universidad de Hong Kong, afirma tajante que “el milagro chino llega a su fin. La fórmula mágica está agotada”. Es cierto que los modelos de bajo coste mueren de éxito: a medida que un país prospera, el bienestar mejora y se hace relativamente más caro. Como demuestran los datos: en 1980 el americano medio era más de 20 veces más rico que el chino medio. Hoy esta ratio se ha reducido a únicamente 5 veces más rico. El salario por hora en China era de 1,1 dólares por hora en el 2005. Ahora ya es de 4,6.
A Pekín le gustaría potenciar el consumo privado. Pero sólo el 20% de la po- blación se considera como clase media. “Reequilibrar una economía basada en la construcción e infraestructuras y mantener al mismo tiempo el crecimiento: la verdad es que China en la actualidad no puede hacer ambas cosas”, advierte en una nota Crédit Agricole.
Llegados a este punto, no hay que descartar que la actual situación pueda tener consecuencias políticas. Dali Yang, experta en China de la Universidad de Chicago, asegura que “la caída dramática de los mercados bursátiles y la debilidad de la economía son una experiencia humillante para los líderes chinos”. Y Luis Torras, socio de Reliance Partners y experto del país, pregunta: “¿Se puede ejercer un liderazgo global con unas estructuras políticas autoritarias?”
Las firmas chinas son menos competitivas y las estadísticas son poco fiables
Hace falta potenciar el consumo y medidas estructurales, pero Pekín no logra coger las riendas