Sobredimensionar un riesgo previsible
El monzón que nos ha venido de China no debería habernos pillado desprevenidos. El gigante asiático ya venía avisando de que se aproximaba una tormenta y de fuertes lluvias. Las nubes se veían muy negras en China. Quien no cogió su paraguas es porque no prestó la atención necesaria.
Una desaceleración económica que venía de lejos, caídas en las bolsas, fuga de inversores extranjeros, desplome global de la demanda de materias primas y precios de la energía por los suelos. Todo esto llevaba semanas, o meses gestándose. ¿Por qué entonces tanto pánico, por qué esta sacudida mundial y la tormenta en los mercados que ha acabado finalmente en grandes titulares en los medios?
El pánico es una explosión repentina de miedo que provoca un bloqueo de la razón activando mecanismos de ansiedad y agitación, en este caso generalizado. Las bolsas asiáticas actuando de forma errática, movidas por la incertidumbre y por las medidas poco efectivas de las autoridades chinas han ido configurando una bola de nieve que, alimentada por la creciente desconfianza, ha acabado provocando una estampida general por el temor al contagio global. La rápida propagación de las noticias ha hecho lo demás. Pánico. Lunes negro.
Y ¿cuál es el principal motivo del pánico hacia China? ¿Cuál es la verdadera causa de esta reacción? En gran parte, la falta de conocimiento. La falta de comprensión. Lo desconocido crea un miedo irracional por la sensación de no poder controlar los acontecimientos. La sensación de sentirse forzados a la aventura, a la suerte que dicta otro – en este caso China–.
Hasta ahora parecía que había confianza en el control total de las autoridades chinas y en su capacidad de planificación y de corrección de las tendencias negativas en la economía. Ignorábamos lo que hacían, pero nos fiábamos de su capacidad. Cuando se ha visto que las medidas que tomaban no funcionaban es cuando se ha disparado la desconfianza, cuando se ha desatado el pánico por el miedo a que una situación que no entendemos se encuentre fuera de control.
El desconocimiento puede ser un catalizador importante de situaciones de pánico generalizado. La falta de información sobre el volumen real de la deuda griega causó una crisis de deuda generalizada en la eurozona. La inseguridad de si los bancos tendrían suficientes reservas de dólares causó la bancarrota en Argentina. Lo mismo ocurrió con el euro en Grecia en el mes de julio. El desconocimiento real de lo que pasa en China está causando un temblor de dimensiones aún por conocer.
¿Qué pasa en China y por qué? Los analistas intentan descifrar las claves de la desaceleración económica China. La Reserva Federal de
Estados Unidos y otros bancos centrales contienen la respiración y revisan su estrategia –no sabemos si a tiempo ni sabemos si acertadamente–. Lo cierto es que las políticas son radicalmente distintas en China. La cultura y los procedimientos que hay que seguir son difíciles de entender en Occidente y hacen incomprensibles las medidas adoptadas por las autoridades chinas. Cuando estas demuestran su falta de efectividad, se desata el pánico.
¿Cómo entenderlo? Falta una voz en China que infunda confianza y disipe las dudas que están provocando una estampida de los inversores, en su mayoría extranjeros cuya contribución a la economía nacional es muy importante. En Estados Unidos o en Europa podemos imaginarnos fácilmente una rueda de prensa del máximo responsable económico explicando los motivos por los que se han emprendido dichas medidas, procurando dar respuesta, calmar a los mercados y disipar el miedo a una situación fuera de control. En China, sin embargo, la necesidad de informar no está entre las prioridades de sus autoridades económicas.
¿Qué hacer? El monzón ofrece un tiempo corto de reacción desde que aparece la primera nube negra hasta que cae la tormenta del siglo. Dura poco, pero vuelve. Aunque la situación en China muestre mejorías momentáneas y momentos de calma, ahora mismo parece que estamos lejos de una solución definiti-
La información no es una de las prioridades chinas; la desconfianza y la incomprensión llevan al pánico
va. La sensibilidad es máxima y el miedo continúa latente, es necesario extremar la vigilancia porque el tiempo va a permanecer inestable.
Permanezca atento a las noticias. Tenga en cuenta que, una vez que el miedo se instala, la confianza tarda mucho en recuperarse. Por lo tanto, es necesario estar atento a las noticias. Seleccione la información relevante y las fuentes más fiables. Cualquier detalle puede provocar una nueva ola de pánico. Recuerde las crisis del 2009 y del 2011 en Europa.
Busque una estrategia para hacer frente a nuevos escenarios de pánico. Analice cómo le afecta el miedo a China en su plan de negocio, y trate de aprovechar las ventajas, si las hay, y aislar los inconvenientes.
Protéjase del riesgo: busque y encuentre las herramientas para minimizar los daños derivados de la inestabilidad económica. La industria financiera (cada vez más la Fintech) le facilita el acceso a herramientas y la asesoría para que pueda proteger la exposición de su negocio a las turbulencias de la economía global. Aprovéchelo y la próxima vez que vea que cambia el tiempo, protéjase.