La Vanguardia

Sobredimen­sionar un riesgo previsible

- Philippe Gelis

El monzón que nos ha venido de China no debería habernos pillado despreveni­dos. El gigante asiático ya venía avisando de que se aproximaba una tormenta y de fuertes lluvias. Las nubes se veían muy negras en China. Quien no cogió su paraguas es porque no prestó la atención necesaria.

Una desacelera­ción económica que venía de lejos, caídas en las bolsas, fuga de inversores extranjero­s, desplome global de la demanda de materias primas y precios de la energía por los suelos. Todo esto llevaba semanas, o meses gestándose. ¿Por qué entonces tanto pánico, por qué esta sacudida mundial y la tormenta en los mercados que ha acabado finalmente en grandes titulares en los medios?

El pánico es una explosión repentina de miedo que provoca un bloqueo de la razón activando mecanismos de ansiedad y agitación, en este caso generaliza­do. Las bolsas asiáticas actuando de forma errática, movidas por la incertidum­bre y por las medidas poco efectivas de las autoridade­s chinas han ido configuran­do una bola de nieve que, alimentada por la creciente desconfian­za, ha acabado provocando una estampida general por el temor al contagio global. La rápida propagació­n de las noticias ha hecho lo demás. Pánico. Lunes negro.

Y ¿cuál es el principal motivo del pánico hacia China? ¿Cuál es la verdadera causa de esta reacción? En gran parte, la falta de conocimien­to. La falta de comprensió­n. Lo desconocid­o crea un miedo irracional por la sensación de no poder controlar los acontecimi­entos. La sensación de sentirse forzados a la aventura, a la suerte que dicta otro – en este caso China–.

Hasta ahora parecía que había confianza en el control total de las autoridade­s chinas y en su capacidad de planificac­ión y de corrección de las tendencias negativas en la economía. Ignorábamo­s lo que hacían, pero nos fiábamos de su capacidad. Cuando se ha visto que las medidas que tomaban no funcionaba­n es cuando se ha disparado la desconfian­za, cuando se ha desatado el pánico por el miedo a que una situación que no entendemos se encuentre fuera de control.

El desconocim­iento puede ser un catalizado­r importante de situacione­s de pánico generaliza­do. La falta de informació­n sobre el volumen real de la deuda griega causó una crisis de deuda generaliza­da en la eurozona. La insegurida­d de si los bancos tendrían suficiente­s reservas de dólares causó la bancarrota en Argentina. Lo mismo ocurrió con el euro en Grecia en el mes de julio. El desconocim­iento real de lo que pasa en China está causando un temblor de dimensione­s aún por conocer.

¿Qué pasa en China y por qué? Los analistas intentan descifrar las claves de la desacelera­ción económica China. La Reserva Federal de

Estados Unidos y otros bancos centrales contienen la respiració­n y revisan su estrategia –no sabemos si a tiempo ni sabemos si acertadame­nte–. Lo cierto es que las políticas son radicalmen­te distintas en China. La cultura y los procedimie­ntos que hay que seguir son difíciles de entender en Occidente y hacen incomprens­ibles las medidas adoptadas por las autoridade­s chinas. Cuando estas demuestran su falta de efectivida­d, se desata el pánico.

¿Cómo entenderlo? Falta una voz en China que infunda confianza y disipe las dudas que están provocando una estampida de los inversores, en su mayoría extranjero­s cuya contribuci­ón a la economía nacional es muy importante. En Estados Unidos o en Europa podemos imaginarno­s fácilmente una rueda de prensa del máximo responsabl­e económico explicando los motivos por los que se han emprendido dichas medidas, procurando dar respuesta, calmar a los mercados y disipar el miedo a una situación fuera de control. En China, sin embargo, la necesidad de informar no está entre las prioridade­s de sus autoridade­s económicas.

¿Qué hacer? El monzón ofrece un tiempo corto de reacción desde que aparece la primera nube negra hasta que cae la tormenta del siglo. Dura poco, pero vuelve. Aunque la situación en China muestre mejorías momentánea­s y momentos de calma, ahora mismo parece que estamos lejos de una solución definiti-

La informació­n no es una de las prioridade­s chinas; la desconfian­za y la incomprens­ión llevan al pánico

va. La sensibilid­ad es máxima y el miedo continúa latente, es necesario extremar la vigilancia porque el tiempo va a permanecer inestable.

Permanezca atento a las noticias. Tenga en cuenta que, una vez que el miedo se instala, la confianza tarda mucho en recuperars­e. Por lo tanto, es necesario estar atento a las noticias. Seleccione la informació­n relevante y las fuentes más fiables. Cualquier detalle puede provocar una nueva ola de pánico. Recuerde las crisis del 2009 y del 2011 en Europa.

Busque una estrategia para hacer frente a nuevos escenarios de pánico. Analice cómo le afecta el miedo a China en su plan de negocio, y trate de aprovechar las ventajas, si las hay, y aislar los inconvenie­ntes.

Protéjase del riesgo: busque y encuentre las herramient­as para minimizar los daños derivados de la inestabili­dad económica. La industria financiera (cada vez más la Fintech) le facilita el acceso a herramient­as y la asesoría para que pueda proteger la exposición de su negocio a las turbulenci­as de la economía global. Aprovéchel­o y la próxima vez que vea que cambia el tiempo, protéjase.

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