Especulación en crudo
A finales de agosto, el precio del crudo experimentó la subida más rápida de los últimos 25 años, que supuso una revalorización del barril de más del 20%, pero pocos días después volvió a desplomarse.
En el transcurso de las tres últimas sesiones bursátiles de agosto, el precio del crudo experimentó la subida más rápida de los últimos veinticinco años: no se conocía algo igual desde la invasión de Kuwait por Iraq en 1990. Dicha subida supuso una revalorización del barril de más del 20% respecto a la cotización del 24 de agosto, fecha en que se registraron mínimos no vistos en seis años. Sin embargo, tras el ascenso vino la caída, y sólo hubo que esperar al primer día de septiembre para constatar cómo el precio del barril volvía a desplomarse más de un 8%.
¿Cómo se explica tanta volatilidad? La respuesta es simple: la especulación. Sean cuales sean los fundamentos –es decir, el balance esperado entre la oferta y la demanda a medio y largo plazo–, lo que se trata es de agitar el mercado, con el fin de lograr que este responda de forma inmediata, con vaivenes exagerados, frente a cualquier indicio susceptible de ser interpretado, ni que sea de manera remota, como el inicio de un cambio de tendencia. Se trata de transmitir sensaciones que abran nuevas expectativas, aunque la mayoría de las veces estas no lleguen a materializarse en absoluto.
Lo acontecido el último día de agosto resulta muy ilustrativo al respecto. Ese día, los precios escalaron más de un 8% impulsados por dos noticias. La primera era que el Departamento de Energía del Gobierno de Estados Unidos rebajaba sus estimaciones de producción de crudo. La segunda, quizás la más influyente, era que una de las publicaciones de la OPEP (concretamente el OPEC Bulletin de julio y agosto) hablaba de que el cártel estaba dispuesto a entablar conversaciones con otros grandes productores globales, a fin de lograr unos precios “justos” del crudo. Ambas noticias fueron rápidamente interpretadas como un claro signo del comienzo de una reducción de la producción y, por tanto, del fin de la actual situación de exceso de oferta en los mercados y de precios bajos.
Pero dicha interpretación estaba descontextualizada. La noticia del Gobierno de Estados Unidos tan sólo reflejaba un cambio de metodología en la compilación de estadísticas, y la de la OPEP no tenía mayor trascendencia. Dicha organización se ha mostrado sorprendida por la reacción de los mercados frente a un comentario en una revista de relaciones públicas que en modo alguno constitu- ye un órgano oficial de expresión. De hecho, la revista incluye un aviso de descargo de responsabilidad que bajo el título editorial policy informa que “el contenido (de la revista) no refleja necesariamente las posiciones oficiales de la OPEP o de sus países miembros”.
Como no podía ser de otra forma, la excitación suscitada el 31 de agosto por estas noticias se disipó al día siguiente. Y esto, unido a la preocupación por la economía china, explica el posterior episodio de caída del crudo. Parece como si el petróleo se hubiera montado en el Dragon Khan, pero no tenemos que preocuparnos en demasía. Pese a los vaivenes especulativos, estos son tiempos de precios bajos.