La Vanguardia

Un impulso vital

- Quim Monzó

En Sant Andreu, en la plaza Orfila, en la sede del distrito ya no están las dos pancartas que Barcelona en Comú colocó la semana pasada, como si, en vez de un edificio público, fuese propiedad suya. Como un bocadillo en un bar que hay al lado, Beny, con un camarero amabilísim­o y una camarera que tose descontrol­adamente mientras sirve platos. En la calle Gran, el bar Versalles, una maravilla de 1928, también está lleno a tope. El gentío va de un lado a otro, con estelades.

–Nenas, no corráis, que tenemos tiempo. Aún faltan dos horas.

Las nenas son cuatro señoras, la más joven de las cuales debe pasar de los setenta. Pero como se lo dicen entre ellas, no pasa nada. ¡Ay, si lo hubiese dicho un hombre!

La Meridiana es un desfile de autocares: Sagalés, Serrat, Bello, Maynau, Rovira, Calella... No debe haber en toda Catalunya una empresa de autocares con alguno libre. El ambiente está lleno de pronombres débiles y de vocales neutras; si tuviese un cazamaripo­sas, pillaría unos cuantos y los pondría en un álbum, para soportar la hibernació­n de los pronombres débiles en Barcelona durante el resto del año. Unos jóvenes buscan el tramo que les toca.

–Está entre las estaciones de Clot y Navàs. –Es Navas, no Navàs. –Qué va a ser Navas. ¡Navàs! Bergadanos o del Bages, seguro. En la acera de mar de la Meridiana está la tienda El Taller de la Meri, de bisutería y complement­os, que exhibe –no sé si sólo hoy o siempre– velas grandes, con la estelada y la frase “Amor per la terra”. No venden muchas. La gente ya va con mochilas, punteros y paraguas como para, además, tener que carretear una vela voluminosa. En las paradas que hay a lo largo de la avenida tienen sombreros de paja, para protegerse del sol. Visto que por la mañana hubo chirimiri, ¿tenían también preparados paraguas para los que no los hubiesen traído de casa?

Hay castellers, grupos de música, muchos gigantes (un gigante bombero y una giganta bombera que nunca había visto) y docenas de grupos de percusión. Por los altavoces suena Antònia Font. Más tarde la situación se complica y suena una canción que no identifico: “Tots els boletaires / tenen un desig / que és tornar a casa / i llepar-se’n els dits”. Ya he visto, en varios tramos, a tres hombres y a una mujer con barretina y a otro que, como la barretina habitual no le debía parecer suficiente­mente explícita, llevaba una hecha con ropa con las cuatro barras. Que Dios nos coja confesados. Cada dos metros alguien te detiene. Un chico me dice: -¡Eh! ¿Qué haces? Levanto la vista del cuaderno de notas donde escribo: –Mira, aquí, trabajando. –Soy de Sant Celoni y escribo poesía. No diría que fuese trabajar. Para mí es un impulso vital.

En el bazar Hong Kong, en la calle del Clot esquina Ter, venden estelades, una tras otra. En la calle Ter, un hombre con estelada en la espalda mea contra la furgoneta Mercedes matrícula 1010 CRR. Cuando lo miro con cara de reprobació­n me hace el gesto de “Es que no podía más”. Poco más allá:

–¿Podemos hacernos una selfie contigo?

Eso no importa mucho –aunque lo que tú intentes sea observar la concentrac­ión y con paradas cada pocos metros no haya forma de concentrar­se– pero lo que fastidia son la serie de golpes supuestame­nte amistosos en el brazo o en la espalda. (El lunes pediré hora al traumatólo­go). Si las elecciones del próximo día 27 no cambian las cosas y el Onze de Setembre del año que viene vuelve a haber mani, dejaré de ser independen­tista y me haré unionista, a ver si así dejan de destrozarm­e espalda y brazo a base de porrazos.

El ambiente está lleno de pronombres débiles; si tuviese un cazamaripo­sas, pillaría unos cuantos

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain