Bellvitge, tierra querida
Iceta y Rabell pasan la tarde de la Diada en la feria del mayor barrio de l’Hospitalet
Si las leyes del mercado son reveladoras, merece la pena empezar contando que en las casetas de tiro de la feria de la fiesta mayor de Bellvitge, en el orgulloso barrio de l’ Hospitalet, para llevarse como trofeo una bufanda con la estelada hay que conseguir cien puntos (hay que darle a diez bolitas con la escopeta de balines) y para hacerse con las bufandas del Real Madrid, en cambio, hay que conseguir doscientos puntos (lo que significa que hay que darle veinte veces a las bolitas). Uno no se atreve a preguntar qué sucedería si la caseta estuviese en la fiesta de Berga, si el trofeo invertiría su precio o no, pero la sospecha queda ahí.
Sirva esta prospección de mercado para dar con el contexto adecuado a la Diada vespertina de Lluís Rabell, el candidato de Catalunya Sí que es Pot y el del PSC, Miquel Iceta. Mientras la Meridiana hervía, ambos se daban un garbeo, saludaban amigos y se dejaban ver en las casetas de la feria donde cohabitan, pared con pared, todos los partidos del universo electoral del 27-S, desde ERC, hasta Ciutadans. Ojo, en Bellvitge hay esteladas en los balcones , como en todas partes. Y también banderas españolas.
Lluís Rabell consideraba del todo razonable el paseo por Bellvitge, es decir, por el territorio de “las clases populares” de las que él quiere investirse en portavoz. Desde allí saludó el “éxito” de la Via Lliure aunque no se arredró en calificar la marcha de movilización electoral urdida, aseguró, “por la manipulación” de Artur Mas.
Rabell pasó la mañana de homenajes, primero al mártir Casanova y luego al mártir Allende donde coincidió por primera vez en el día con Miquel Iceta.
En Bellvitge el candidato socialista se paseó junto a la alcaldesa, Nuria Marín, por la feria, y allí, como Rabell, reconoció también que había mucha gente en la Meridiana, pero añadió: “también hay mucha gente que no ha ido”. “La única manera que tenemos de saber exactamente cuál es el pensamiento de los ciudadanos de Cataluña es hacer un llamamiento a la participación el próximo 27 de septiembre”, sostuvo el candidato a la Generalitat del PSC, que ya ha dado por bueno el carácter plebiscitario de estas elecciones.
Rabell, en cambio, sigue empecinado en mantenerse en medio con su apuesta por la radicalidad democrática. El mejor modo de resolver el problema que se expresaba ayer en la Meridiana es, sostiene, un referéndum legal y acordado, volvió a recordar en Bellvitge.
No parecía que ayer por la tarde en la feria la gente estuviera demasiado por la cuestión. En la caseta de su formación –“A Bellvitge sí que es pot”, toda una declaración de intenciones– los carteles que acompañan los de la candidatura de Rabell reclaman una sanidad digna para el barrio que, por cierto,
CATALUNYA SÍ QUE ES POT Rabell saluda el éxito de la Via Lliure pero acusa al president Mas de manipulación
PARTIT DELS SOCIALISTES Iceta admite que ha ido mucha gente a la Meridiana aunque también mucha que no
cumple cincuenta años. Corre la leyenda en la historia de Bellvitge de que antes de construir estos edificios donde viven 25.000 personas se midió la resistencia del terreno acumulando todo el material que se iba a utilizar sobre el terreno. Si en el humedal –Bellvitge es un suelo deltaico en el sentido más histórico del término– se podía construir. De ahí, recuerda una vecina, Carmen, que los bajos se inundaran durante años. Medio siglo después sigue ahí con todo su peso específico en una Catalunya sobreexcitada. Pero este barrio parece que se lo toma con más calma e incluso con cierta indiferencia. Algo que probablemente intranquiliza a los estrategas de campaña de Iceta o Rabell, que desearían ver a estos barrios más inquietos ante el panorama que se cuece tierra adentro, donde la tierra de delta se acaba.