La Vanguardia

Aventura catalana y color en Nueva York

Desigual y Custo Barcelona desfilan en la Fashion Week

- JOSEP SANDOVAL Nueva York

Con apenas 24 horas de margen Desigual y Custo Barcelona han presentado sus propuestas para la primavera y verano del 2016. Abrió fuego Desigual en la Moynihan Station, donde nunca pasaron ferrocarri­les pero sí hubo oficinas de Correos. Está frente al Madison Square Garden y es una nave enorme, un laberinto de pasos perdidos y hombres de negro (seguridade­s varias), donde nada es lo que parece. Falta luz, aunque los flashes de los fotógrafos nos sirven de guía para descubrir a las estrellas del front row. Son Karolina Kurkova, que será mamá de otro niño dentro de dos meses y sigue viviendo en Miami aunque añora Barcelona; Iris Apfel, que acaba de cumplir los 94 y acusa los achaques de la impertinen­cia oportuna, y Laverne Cox, la trans que triunfa en la serie Orange is the new black, tiene su estatua de cera en el museo de Madame Tussauds y se ha llevado un Emmy como mejor actriz. Tenemos cita, pero llega, sonríe y un señor negro de negro cual armario ropero nos la arrebata dejándola con la palabra en la boca: aquí no manda quien paga, sino el segurata de turno que obedece a un pinganillo misterioso del que salen unas órdenes que nadie sabe quién pronuncia.

Desde su aparición se señaló a Desigual como la marca del estampado feliz, ausencia de patronaje y líneas envolvente­s sin sombra de complejida­d. Ellos no se quejaban pues el negocio funcionaba y si la gente compra, ¿para qué cambiar? Pero en esta edición se han lanzado a la aventura de provocar. Y lo hacen utilizando nuevos recursos. No es que se hayan lanzado a líneas ni patrones de temporada, sino que utilizando sus mismas prendas han diseñado un universo simpático donde tiene un papel primordial la superposic­ión. Usan túnicas sobre vestidos o pantalones, jerséis sobre blusas, faldas sobre faldas, pero el efecto es instantáne­o y funciona: Desigual sabe a diferente y eso puede beneficiar­les. A esta idea no es ajena, sino todo lo contrario, la estilista Misha Janette, una americana que vive en Japón y que sabe jugar y conjugar prendas: sus tocados hechos con otras prendas son, sencillame­nte, deliciosos: Imposibles, pero maravillos­os.

Ayer mismo fue Custo Dalmau quien nos llevó hasta el Pier 59 Studios, en el mismo puerto, en una de cuyas naves presentó su colección. Un trabajo,muy elaborado y en cambio nada complejo, donde reina esta vez, aunque sea para llevarnos la contraria, el universo masculino. El hombre Custo es ácido, alegre y transparen­te sin perder un ápice de masculinid­ad. Ya sea con bermudas brillantes, calados donde sólo se oculta el hombro o fantasías de tres piezas más bolso en locura de estampados que a veces tiene aire Missoni en algunas partes de sus habituales puzle barco, enseña de la casa.

Por su parte, las mujeres Custo parecen escapadas de unas vacaciones de Juego de tronos. Semejan guerreras, aunque a veces lleven pantalones pitillo de brillantes costuras o capelinas transparen­tes para proteger el busto. Una colección aguerrida y fuerte donde aquí las sobreposic­iones siguen siendo de materiales más que de conceptos, de piezas psicóticas en un mundo de fantasía, héroes y guerreros en busca de sus damas, aunque por una vez ellos sean quienes se lleven el triunfo en forma de ropero existencia­l.

 ?? MIGUEL RAJMIL / EFE ?? El hombre de Custo, alegre y masculino
MIGUEL RAJMIL / EFE El hombre de Custo, alegre y masculino
 ?? MIGUEL RAJMIL / EFE ?? Una de las superposic­iones de Desigual
MIGUEL RAJMIL / EFE Una de las superposic­iones de Desigual

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