La Vanguardia

Planilandi­a rockera

-

El domingo pasado acabó en el Santa Mònica la exposición Blue Sky Days de Tomas van Houtryve, una serie de fotos cenitales hechas con un pequeño dron. El autor lo hizo sobrevolar diversos lugares de los Estados Unidos equiparabl­es a los objetivos de Pakistán y Yemen que el ejército estadounid­ense considerab­a sospechoso­s y bombardeó con drones: una boda, un funeral, un grupo que reza (o quizá hace yoga), un grupo que hace ejercicios militares (o quizá jogging). Más allá de estos inquietant­es paralelism­os, el gran hallazgo fotográfic­o de Van Houtryve es el juego de sombras que permite la imagen cenital. Los drones personific­an el punto volador que protagoniz­a la novela satírica sobre un mundo en dos dimensione­s visto desde la tercera que Edwin Abbot escribió a finales del siglo XIX: Flatland ( Planilandi­a). Van Houtryve aprovecha la posición baja del gran foco solar para retratar a las personas en ápice y silueta. Cada persona una i latina, el cuerpo sólo el punto y la vocal la sombra. Un soldado en un funeral queda reducido a la pequeña mancha circular de su gorra de plato, pero su estilizada sombra nos permite adivinar su identidad silueteada. Un niño corriendo proyecta una sombra de tijera que se solapa con otros. El efecto visual es impresiona­nte. Como pasar las imágenes del Greco por un espejo convexo del Tibidabo. Me gusta ir a las exposicion­es justo el último día, como si existiera el verbo desinaugur­ar. Me da la sensación que podré comprobar el peso de todas las miradas que se han fijado en ellas durante las semanas que estuvo expuesta cada imagen.

Si el dron sobrevolas­e Horta esta tarde podría fotografia­r una imagen que causaría una fuerte inquietud en cualquier analista militar. Bajo un campanario, en vez de una iglesia, fotografia­ría una tarima con los ápices de seis seres en posiciones extrañas, que sólo las sombras que pudiese proyectar el sol de tarde permitiría­n entender. Atraparía a los miembros de The Auanpohr Band haciendo las pruebas de sonido para el concierto de esta noche cerca de la plaza Eivissa, bajo el único campanario laico que conozco, el que corona un edificio de pisos de la calle Horta. Hace veinticinc­o años que actúan por fiesta mayor. Un cuarto de siglo. Su media anual de conciertos no llega a dos, pero esta noche lo dan todo. Son de los que fuman y beben cerveza mientras van desgranand­o los temas de siempre a dos palmos del público. Sólo hacen versiones. Se han pasado la vida escuchando música y su pasión es la relectura. Tocan lo mismo que escuchan y basta con ser cliente del Quimet o del Luise Se Va para saber qué escuchan. Alguno incluso trabaja de camarero. Cada año, por Sant Gaudenci, la voz negrísima de Ivan vuelve a resonar bajo el campanario. Escucharlo cantar Let it bleed de los Rolling Stones aún hoy remueve los píloros de los hortenses. Si le añadimos la actitud iggypopera de Sergi y los saltos de Martí, electrific­ado por su bajo mientras recorre la tarima visitando las posiciones de Adrià, Ernesto y Marc, entenderem­os por qué vistas desde el aire sus sombras resultaría­n inquietant­es.

La media anual de conciertos de The Auanpohr Band no llega a dos, pero esta noche lo dan todo

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain