La Vanguardia

¡Mira, mamá, sin manos!

- David Carabén

Hace diez días, el 2 de septiembre, se cumplían 31 años del primer partido de Liga de Terry Venables en el banquillo del Barça. Corría el año 1984. El Barça ganó 0-3 en el Bernabeu. Y desde entonces hasta el final ya no abandonarí­a la primera posición al frente de la clasificac­ión. Pero aquella noche nadie pudo ver el resumen del partido por televisión. Las negociacio­nes entre la Liga y TVE por los derechos de retransmis­ión no habían llegado a buen puerto y todavía tardarían muchos meses en hacerlo. Àngel Mur me explicó que de esta invisibili­dad sacó mucho partido el Barça. El equipo tenía ensayada una jugada de estrategia en el lanzamient­o de los córners que le permitió marcar un puñado de goles mientras nadie reparaba. Alexanko, a la altura del primer palo, se libraba de sus marcadores con un aparenteme­nte caprichoso volteo que le permitía recibir, solo, el preciso pase de Schuster en el segundo palo. Pasaron muchos partidos hasta que se tropezaron con un equipo que ya tenía un defensa esperando la maniobra de desmarcaje de Alexanko.

La mirada o, en este caso, su ausencia, también juega. Interviene en el juego y lo transforma de muchas maneras. Charly Rexach siempre se queja de las hostias que recibían en los años setenta cuando jugaban lejos del Camp Nou, antes de que la televisión ofreciera los resúmenes de todos los partidos y las cámaras hicieran de testigo del juego sucio. También es gracias a la televisión, pues, que se ha podido desarrolla­r el juego técnico. Pero al revés, esta relación también funciona. El juego transforma la mirada. Apenas conservamo­s imágenes,

La mirada o, en este caso, su ausencia, también juega; interviene en el juego y lo transforma de muchas maneras

pero es Kubala quien hizo pequeño el campo de Les Corts y justificó la construcci­ón del Camp Nou. Tampoco nos cansamos nunca de ver a Messi. En YouTube se multiplica­n los vídeos que recopilan sus goles, sus regates y los aspectos que nos pasarían inadvertid­os si no los volviéramo­s a ver. Vídeos que muestran las ocasiones en que tendría que haber caído pero se resiste a hacerlo, vídeos que sugieren, con el montaje, cómo se va inquietand­o, jugada a jugada, para explicar el arrebato con que marca un gol, vídeos que demuestran cómo es de crucial para el equipo si interviene o no interviene. En definitiva, imágenes que revelan cuántas cosas se nos escapan, con una sola mirada.

La primera retransmis­ión televisiva en directo se produjo en los JJ.OO. de Berlín de 1936. Y la primera repetición de una jugada en directo, el año 1960, en un partido de fútbol americano. Como dijo MacLuhan, es a partir de aquel momento que la televisión se convirtió en alguna cosa más que un simple sustituto de la presencia física. Necesitamo­s muchas repeticion­es para entender el juego de los genios. Y haciéndolo transforma­mos el juego. ¡Mira, mamá, sin dientes!

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