Con alma de boxeador
Lodz es la capital polaca de la moda, el diseño y la cultura pero Marcin Gortat, uno de sus hijos ilustres, siempre prefirió la lucha. Con alma de boxeador, el pívot (2,11 metros) que peleará esta tarde con Pau Gasol por un billete en los cuartos de final del Eurobasket lleva el cuadrilátero en los genes. Su padre fue púgil olímpico y entrenador de boxeadores y el jugador lo tiene tatuado, con los guantes puestos, en el pecho. Podía haberse dedicado al deporte de las doce cuerdas. Tiene planta, tiene fuerza, su rostro es feroz (hace pinta de levantador de troncos) pero él no soñaba con pegar golpes sino con parar... goles. Se dedicó al fútbol hasta los 17 años y siempre jugó de portero, idolatrando al exguardameta del Manchester United Peter Schmeichel. Hasta que el baloncesto se cruzó por su vida y lo cambió todo.
La traducción de Lodz al castellano es bo- te pero con su altura no podía ser un base que botara el balón, sino un hombre alto que martilleara la canasta rival. Ese es uno de sus apodos (“martillo polaco”), aunque él se decanta por otro y así lo escribe en su cuenta de Twitter, donde se llama a sí mismo polish machine (“máquina polaca”). Unas pocas temporadas en la liga de su país y cuatro en la Bundesliga le sirvieron para dar el salto a la NBA. En la meca del baloncesto ha jugado en Orlando, Phoenix y Washington, donde está rindiendo a buen nivel y cobra más de 10 millones de dólares por temporada. Su aventura americana le ha convertido en el banderín de enganche de este deporte, minoritario en su país, y le ha permitido participar en toda clase de actos publicitarios, hasta uno estrambótico en el que tuvo que ir de compras llevando con una correa a un cerdo. Cabe imaginar que el animal porcino pasó después a mejor vida pero las anécdotas protagonizadas por Gortat no tienen fin.
De entrada, es un personaje hiperactivo en las redes sociales, donde en más de una ocasión ha intercambiado frases altisonantes con aficionados de otros equipos que le criticaban. Cuando el base de Alemania Schröder falló el tiro libre decisivo ante España, Gortat se maldijo públicamente en un tuit demostrando que no quería al conjunto de Scariolo como adversario. Hay que tener en cuenta que Polonia había derrotado dos veces a los alemanes y el pívot ya se veía batiéndoles por tercera vez.
Más allá de sus 11 puntos y 7 rebotes por partido en este Europeo, el gigante es el líder del equipo tras crecer bajo los aros en la NBA con un juego más bien tosco. Si por él fuera las peleas entre jugadores sobre una cancha serían legales, ya que aboga porque ocurra como en la liga estadounidense de hockey hielo, en la que cuando hay una trifulca el juego se para hasta que los jugadores que se están mamporreando deciden que ha terminado su asalto. Sólo faltaría eso en la NBA...donde siempre hay jugadores dispuestos a saldar sus diferencias a puñetazos.
Y es que en Polonia se habla de Gortat como un personaje afable pero su imagen no deja de ser la contraria. Sólo hace falta ver que en la red aparece con un casco militar puesto y junto a una metralleta. Sea como fuera es un hombre de fuertes convicciones. Otro de sus tatuajes es el logotipo de Air Jordan. Asegura que es un dibujo que le ha ayudado a crecer a la NBA y no se lo quiso quitar ni por un buen puñado de dólares. Reebok quiso contratarle pero le pidió que se tapara el tatuaje, que hace referencia a Nike. Gortat no quiso y el contrato se convirtió en papel mojado. No así el que mantiene como imagen de Porsche, sinónimo de velocidad.
Nunca pudo cumplir con su aspiración de jugar a fútbol, pero eso no significa que no lo siga. De hecho es un ferviente seguidor del Juventus y ha estado en el estadio de la Vecchia signora ataviado con una camiseta y una bufanda del equipo. Antes de la final de la Champions contra el Barça pudo conocer a los jugadores y dijo que les pidió autógrafos, en especial a Morata. No cabe duda, Gortat es un personaje.