La final soñada
Novak Djokovic y Roger Federer se encuentran hoy en el duelo de los mejores
Flushing Meadows disfrutará de la mejor final posible tras la clasificación del número 1, el serbio Novak Djokovic, que se las verá con un temible Roger Federer, quien recuperó el mejor tenis para superar con facilidad a su compatriota, el tenista suizo Stan Wawrinka.
“Marin lleva arrastrando una lesión en el tobillo desde los últimos dos partidos. Cuando tu oponente no está al 100%, no es lo mismo”, admitía Novak Djokovic, con inesperada humildad, tras conseguir su pase a la final derrotando al defensor del título y amigo, Marin Cilic. Allí le espera otro jugador a quien conoce bien, Roger Federer, que en su semifinal superó a su compatriota Stan Wawrinka. Tras las sorpresas en el cuadro femenino, el público neoyorquino, que todavía no ha superado la eliminación de su reina, Serena Williams,
L A OP I N I Ó N D E FE D E R E R “Ninguno de los dos tiene que ajustar su juego al otro. Es un tiroteo directo. Una rivalidad muy atlética”
respiraba tranquilo al saber que los dos mejores tenistas del mundo competirán hoy por el trofeo.
El tenista serbio no dejó dudas de su gran nivel de juego. “Nadie encoge la pista como Novak, por lo bien que se mueve’, comentaba el extenista australiano Darren Cahill. Es cierto. Con torcedura de tobillo o sin ella, era poco lo que podía hacer Cilic ante el tenis de calidad que exhibió Djokovic, que cometió sólo 13 errores no forzados, por los 37 de su rival. En una 1h 25m, Nole dio cuenta del croata (6-0, 6-1, 6-2). “Creo que he jugado un partido muy sólido, y me llevo eso como un subidón de confianza con vistas a la final”, afirmaba el ganador.
Federer sólo necesitó siete minutos más que Novak para ponerse en posición de luchar por el título. En tres sencillas mangas (6-4, 6-3, 6-1), sin ceder ni un juego de servicio, su semifinal ante Wawrinka era historia. El número dos mundial jugó agresivo y, para regocijo de los más de 23.000 espectadores que llenaban el estadio Arthur Ashe, sacó a relucir su muy hablado Sabr (sable), es decir, un ataque sorpresa subiendo a la red durante el segundo servicio del rival. “Si tiene sentido, y me parece que lo tiene, lo usaré en la final –explicaba Roger–. Me fue muy bien usarlo contra Novak en Cincinnati”.
Algunos jugadores creen que esta jugada es genial y han tratado de imitarla. Otros consideran que es una táctica poco respetuosa hacia sus contrincantes. Djokovic aludió a ello. “Lo probó en Cincinnati y le funcionó un par de veces. Es un golpe emocionante para él. Para el jugador que tiene enfrente, no lo es tanto”. Pero la controversia no le molesta al helvético. “En el pasado, había tenistas que me lo hacían a mí, como Max Mirny y Henman –recordaba Federer– .También recuerdo a españoles esperando fuera del pasillo de dobles para dar una derecha sobre tierra, porque mi segundo servicio no era demasiado bueno todavía. Yo mantengo la posición cuando están sirviendo. Es sólo una vez se tiran la pelota para sacar que corro hacia la red, de modo que, en mi opinión, no me ven. Y mientras esté dentro de las reglas, debería poder usarse”.
Djokovic ha conseguido estar en todas las finales de Grand Slam de esta temporada, de las cuales ha salido con la copa en dos de ellas, Australia y Wimbledon. Pero al otro lado de la red tendrá al tenista que ha ganado más títulos grandes de la historia, Roger Federer, que hace seis años que no estaba en una final de Nueva York. “Todos sabemos lo regular que es y lo bien que juega en las últimas etapas de un Grand Slam o de otros torneos grandes. Raramente baja de nivel y siempre te hacer jugar tu mejor tenis”, pronosticaba el serbio.
Para Roger, su rivalidad con Novak es distinta que la que ha tenido con otros tenistas. “Hubo una generación que creció conmigo: Ferrero, Safin, Roddick, Hewitt… Yo intentaba pasar tiempo con ellos y ser parte de la nueva ola de jugadores que subieran a la cima. Todos ellos llegaron a ser número uno antes que yo. Eso me sirvió de motivación. Y definitivamente Rafa ha tenido un gran efecto, también. Con Novak es un duelo más claro. Ninguno de los dos tiene que ajustar su juego al otro. Es un tiroteo directo. Una rivalidad muy atlética”.