Impuestos sin ingresos
La Generalitat es la administración autonómica más activa a la hora de buscar nuevos ingresos impositivos
La mayor fiscalidad de Catalunya no supone en la práctica más ingresos para la administración, y encima da mala imagen en materia impositiva.
Me gustaría pensar que si la Generalitat tuviera más recursos presupuestarios bajaría los impuestos en los que tiene capacidad normativa, pero ahora mismo sólo podemos decir que la presión fiscal en Catalunya es absolutamente excesiva” resume Daniel Tarroja, jefe del departamento contencioso tributario de la consultora Crowe Horwath. En IRPF, en sucesiones, y sobre todo en el impuesto de Patrimonio y en el de Transmisiones Patrimoniales un catalán acaba pagando más impuestos que un contribuyente de otras comunidades autónomas, y especialmente de Madrid.
Valentí Pich, presidente del consejo general de colegios de Economistas, señala que “Catalunya tiene una tarjeta de presentación muy negativa respecto a impuestos, frente a Madrid, que ha hecho una hábil política comercial en esta materia, y se ha labrado una imagen muy positiva de impuestos bajos, y lo que es más importante, ha mantenido una política coherente y estable en esa línea”. “Sin embargo, Catalunya se ha labrado esa mala imagen, cuando en realidad recauda muy poco dinero por los recargos y nuevos impuestos. Es una política completamente desacertada”, considera.
Como ejemplo, Pich señala la situación del IRPF: el tipo marginal más alto, del 48%, está ya el nivel de Andalucía y Asturias. “Es un tipo que en teoría pagan las rentas más altas, pero que en realidad paga muy poca gente y recauda poquísimo. Y peor aún, un tipo que todos sabemos que no lo pagan los ricos sino una clase media de profesionales cualificados”. “No sólo tenemos un marginal alto –recuerdan los expertos de Crowe Horwarth– sino que en Catalunya tenemos más tramos (10 frente a los 5 del conjunto del Estado), lo que hace que para los contribuyentes de ingresos medios el impuesto sea mucho más progresivo”, asegura.
El presidente de los economistas españoles recuerda que la Generalitat ha ido rectificando en su política fiscal en algunos impuestos como Sucesiones. “En este impuesto Catalunya ya estamos en la media de la presión fiscal del conjunto del Estado, aunque lejos de Madrid, eso sí, que ha hecho bandera de la rebaja fiscal de ese impuesto”. A su juicio la administración catalana ya tuvo que aceptar que la presión en ese impuesto era descabellada con los tripartitos y ahora “no estamos tan mal”.
Donde la política de impuestos altos de la Generalitat sí toca los bolsillos de los catalanes es con el impuesto de patrimonio. “Un impuesto que, de nuevo, no grava a los grandes patrimonios sino a las clases medias que tienen unos ahorros y una segunda residencia”.
Otros impuestos menos conoci-
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dos tienen también tipos mayores en Catalunya que en el resto del Estado. El más destacado es el de Transmisiones Patrimoniales (ITP), situado ahora en el 10% y que grava la compra de viviendas de segunda mano, frente a tipos del 6% en Madrid y del 8% en la mayoría de comunidades autónomas”. “Con este impuesto la situación es de psiquiatra –confiesa–. Si todos estamos de acuerdo en que para sentar las bases de la recuperación económica hemos de lograr que se absorba el stock de viviendas que dejó el crac inmobiliario, ¿cómo estamos penalizando en Catalunya las ventas con una fiscalidad más agresiva?”, lamenta.
A su juicio, la Generalitat debe diseñar un modelo fiscal coherente y sostenible, más allá de aprietos de tesorería puntuales. “Podemos elegir si cargamos el gravamen en sucesiones, en el patrimonio, o en el IBI, pero no en todos. Al final el impacto recaudatorio es muy pequeño pero la sensación que da es muy negativa y preocupante”, explica.