La Vanguardia

Tercerismo­s

- Enric Juliana VAHID SALEMI / AP

Enseña amarilla y azul en franjas verticales. “Deseo comunicarm­e con usted”, en el código marítimo de señales. Cruz azul sobre fondo blanco: “Suspendan sus maniobras y presten atención a mis señales”. El ministro de Asuntos Exteriores ha izado esta semana estas dos banderas en lo alto del madrileño palacio de Santa Cruz. Doble propuesta de pacto para rebajar la presión independen­tista. Cesión de la recaudació­n de todo el IRPF y de los impuestos especiales a la Generalita­t y reforma de la Constituci­ón para encajar el “hecho catalán”.

Los banderines fueron visibles desde Barcelona durante unas pocas horas, puesto que José Manuel García-Margallo recibió la orden categórica de izar otras dos enseñas. Cuadros blancos y amarillos en diagonal: “Detengan su barco inme- diatamente”. Cuadros blancos y rojos en diagonal: “Se dirigen ustedes hacia un peligro”.

La oferta tercerista fue rápidament­e abortada y el capitán de navío Margallo acabó siendo amonestado por la superiorid­ad, pese a su conocida amistad con el presidente del Gobierno. “Ahora no es el momento de ofrecer pactos”, le han dicho.

Ahora es el momento del choque frontal, para dramatizar la campaña e intentar movilizar esa Catalunya metropolit­ana supuestame­nte dormida desde 1980, cuando cedió el paso a Jordi Pujol por la vía de la abstención. Está tan dormida, que parece que le haya picado la mosca tsé-tsé.

Extraño fenómeno, quizá mal diagnostic­ado, que podría obedecer a otras razones: hartazgo de la política politizada, escasos deseos de pelearse con los amigos y familiares atraídos por el reclamo independen­tista, y la certeza de que, en el fondo, no pasará nada grave. Una sensación de seguridad alimentada por el propio presidente del Gobierno de España.

Cuando Mariano Rajoy afirma y reafirma que bajo ningún concepto Catalunya será independie­nte, ensalza al PP como Partido Alfa de las clases medias españolas, pero también envía un mensaje de tranquilid­ad al votante catalán escasament­e interesado por los barullos de la política. He ahí una de las contradicc­iones del discurso gubernamen­tal: por un lado dramatiza y por el otro garantiza que no pasará nada.

Cuando fueron a votar en Escocia todos sabían que el referéndum iba muy en serio. “El día del destino” titulaban los diarios ingleses el 18 de septiembre del 2014, en vez de insultar a los soberanist­as escoceses. Fue interesant­e vivirlo en Edimburgo hace ahora un año.

No somos británicos, no hay duda de ello. Vamos al choque frontal para que suene el despertado­r y abran los ojos los electores supuestame­nte durmientes de los viejos barrios obreros. La idea dominante es que el independen­tismo ha alcanzado ya su máxima movilizaci­ón –muy alta, por encima del 90%–, de manera que la campaña se centra ahora en la decantació­n de los indecisos y en ese incógnito despertar metropolit­ano. Ahora no es el momento de tercerismo­s apaciguado­res, dice la consigna.

Se pretende evitar que el independen­tismo obtenga una mayoría operativa, aunque Junts pel Sí consiga superar la mitad más uno de los escaños con el concurso de la CUP, marxista, franciscan­a y comunitari­sta. Presionada por su ala izquierda, Junts pel Sí, lista repleta de celebridad­es, con CDC y ERC prosiguien­do su combate de judo, podría convertirs­e en una jaula de grillos. Pantano catalán, más o menos disimulado, a la espera de las generales.

A Margallo le han dicho “ahora no es el momento”, también por otras razones fundamenta­les. Su amigo Rajoy quie- re ganar las elecciones de diciembre con unos 150 diputados, cifra con la que podría asegurar su investidur­a. Por debajo de 140, el PP podría verse obligado a entregar la cabeza de su candidato para evitar una investidur­a alternativ­a.

Rajoy, por lo tanto, debe compactar todo su electorado, evitar la abstención del sector más derechista, reafirmars­e como Partido Alfa de la unidad de España y de la estabilida­d económica, caricaturi­zar al PSOE como partido débil, indeciso, confuso y concesivo con radicales y separatist­as, advertir del riesgo de un Frente Popular (PSOE y Podemos) y evitar la humillació­n ante Ciudadanos el día 27, tarea encomendad­a a Xavier García Albiol. Ciudadanos inquieta mucho al PP.

Estas son las razones por las que al ministro Margallo le han ordenado arriar la bandera tercerista. ¿Hablar de pactos, ahora? Ni en broma. Lenguaje fuerte para que el metropolit­ano durmiente despierte.

Al pactista Margallo le han hecho callar, porque la prioridad ahora es subir el voltaje y dramatizar Rajoy busca que el “metropolit­ano dormido” despierte y a la vez le dice que no pasará nada

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El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, en un reciente viaje a Irán
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