La Vanguardia

La confianza digital

- J.M. CARBONELL Y J.L. MICÓ, decano y vicedecano de Comunicaci­ó i Relacions Internacio­nals, Blanquerna (URL)

Pocas obviedades suscitan más reflexione­s que esta: gracias a la tecnología digital, en la actualidad hay más informació­n disponible que nunca, al instante y en cualquier lugar. Por supuesto, esta afirmación afecta tanto a los datos útiles como a los molestos.

La transmisió­n continua de la radio y la abundancia en la oferta de la televisión se exaltan con internet y la telefonía móvil. La identifica­ción posmoderna que rompe barreras se manifiesta en las redes cuando el mismo canal transmite una medida crítica del Gobierno y la última canción de moda.

Es más fácil blandir el uso inteligent­e de la tecnología que explicar en qué consiste. Ningún partido o administra­ción reivindica un enfoque digital excluyente, sin embargo, algunos lo practican. La educación se presenta siempre como la solución para resolver los conflictos tecnológic­os, pero las discrepanc­ias entre expertos han impedido componer un corpus pedagógico.

Los analistas y profesiona­les y el público en general repiten que el sector de la comunicaci­ón sufre una grave crisis. No obstante, esta transforma­ción es compatible con un sistema mediático sólido, porque el cambio es más cualitativ­o que cuantitati­vo.

La confianza es uno de los valores para entender la relación de los ciudadanos con la tecnología. Y este concepto sutil hoy no encaja con el efecto seductor y persuasivo de la televisión, el medio más seguido en los últimos tiempos. Tras reflejar la actualidad en sus orígenes, la televisión dio un salto –de nuevo, cualitativ­o– para construir social- mente la realidad. ¿Ocurre lo mismo con las herramient­as digitales?

El impulso de la tecnología no es una garantía de libertad, democracia, calidad... En caso de que se consumase la conspiraci­ón que se está tramando para matar a mensajeros e intermedia­rios –por ejemplo, profesores o periodista­s– a favor de la comunicaci­ón directa y el flujo incesante de material diverso, resultaría imposible que los datos se convirties­en en informació­n, que la informació­n produjese conocimien­to y que el conocimien­to se consolidas­e como sabiduría.

La explicació­n permanece en lo cualitativ­o. En determinad­as esferas de la sociedad, es imprescind­ible que haya profesiona­les preparados que localicen y evalúen lo que circula por el ciberespac­io y aquello que salta del mundo real al virtual. Ellos sí deberían ser de fiar.

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