Mens sana in corpore Lacoste
La firma presenta su moda más deportiva para el 2016
Nuevo desplazamiento de la New York Fashion Week que moviliza no sólo a la ciudad sino a quienes accidentalmente la ocupamos por motivos profesionales. Esta vez nueva ruta para llegar a unas naves con luz solar, cosa insólita entre las brumas habituales de los desfiles. El lugar tiene aires de cine, pues está en Tribeca casi pegado al local donde De Niro presenta el festival que se inventó un buen día y sigue funcionando con éxito. El pretexto de esta casi soleada mañana de sábado veraniego es conocer las propuestas de Felipe Oliveira Baptista para Lacoste, un tándem que funciona a satisfacción de ambas partes, creativo y firma contratante para seguir actualizando la casa del cocodrilo, labor dificultosa dadas las características de una firma que tiene el deporte como base y lema.
Para la primavera y verano del
2016 Oliveira ha buceado en el deporte con un pretexto, la celebración en Brasil de los Juegos Olímpicos en los que participa con sus diseños para el equipo olímpico francés. Un reto que, conjugado con el colorista país de acogida, convierte la colección que hemos visto en una simpática, deportiva y aérea exhibición que hace suyo el lema de mens sana in corpore, no ya sano, sino además Lacoste. Colores limpios, líneas deportivas, apenas prendas de vestir (un par de trajes de hombre en blanco y rojo caldera, unos vestidos de presumible fiesta para las chicas), y el resto... a jugar. Para ellas, faldas cortas, bermudas o pantalón largo, siempre con bus
tiers a juego, o arriesgados vestidos donde el cuerpo suele ser un habilidoso entramado para que nada quede a la vista, aunque pueda parecerlo. Hay modelos con cremallera abierta hasta la cintura que deja escapar jersey interior a juego y conjuntos que parecen ser una sola pieza y son tres. Impermeables con aire de paracaídas llegado del cielo a la espalda, chaquetas cortadas en la cintura y camisas que se alargan con gracia; vestidos capa y divertidas combinaciones de gabardinas livianas en sutiles tejidos.
El color llega también para los hombres, a grandes trazos para los polos o en forma de estampados con ciertos toques geométricos de barras (gigantes) y estrellas. Oliveira les ha colgado las gabardinas apenas perceptibles a modo de capa o simulando mochilas divertidas a la vez que eficaces. En algunas apariciones el conjunto masculino es también un tripartido con pieza principal, el gabán, de completo patronaje, bajo el que hay pantalón y polo todo en el mismo tono verde caqui. Divertidos y audaces polosbandera o numéricos y gracioso el conjunto blanco y rojo, muy sanferminesco, con mochila capa.
Un desfile servido al aire olímpico sentados en unos bancos que llevaban trinchas de paracaídas uniendo las filas, como un vuelo iniciático hacia la diversidad.