La Vanguardia

“Intento hacer una historia sin mitos, ni prejuicios”

Jordi Canal , historiado­r y autorde ‘ Historia mínima de Catal uña’

- JOSEP PLAYÀ MASET Barcelona

Es doctor en historia y vive entre Girona y París, donde ejerce como profesor en la École des Hautes Études en Sciences Sociales. Jordi Canal (Olot, 1964) ha estudiado el carlismo, los éxodos políticos y ahora acaba de publicar Historia mínima de Cataluña (ed. Turner, en catalán y castellano), una obra llamada ser polémica, que resume en 300 páginas la historia de Catalunya.

¿Se puede hacer una historia de Catalunya con normalidad? Nadie puede ser del todo objetivo, pero los historiado­res tenemos el deber de aproximarn­os tanto como sea posible. Por eso uso el término normal. Gaziel dijo que la Història de Catalunya de Ferran Soldevila –y lo mismo se podría decir de la de Víctor Balaguer y hoy de la de Sobrequés o la de Fontana sobre la identidad–, no es una historia de Catalunya sino del sueño de Catalunya, pero con estos materiales construyen una historia de lo que podría haber sido o debería haber sido, no de lo que fue. Intento escribir sin mitos ni perjuicios, sin utilizar términos del presente aplicados al pasado como nación, estado, confederac­ión catalano-aragonesa… que son invencione­s contemporá­neas. Es una historia que no pretende ser ni nacional ni nacionalis­ta, no pretende nada en lo político.

¿Somos una excepción? No. Todas las historias nacionales construyen una historia mítica de su país, que justifica de donde vienen y sobre todo hacia donde pretenden ir. La única diferencia es que en otros países el trabajo de explicar la historia normal se ha hecho más… Matizo, aquí se hizo un trabajo importante en tiempos de Vicens Vives y en la transición y en los ochenta hubo un esfuerzo importante. Pero en los noventa y a principios de siglo la historiogr­afía catalana ha dado un paso atrás, ha recuperado viejos tics, se vuelve a una historia comprometi­da. Y hoy la historiogr­afía catalana cuenta muy poco fuera de Catalunya, no es referencia­l.

¿A qué atribuye este cambio? El momento político lo ha acelerado. Está todo tan polarizado que obliga a posicionar­se y la mayoría lo ha hecho del lado del nacionalis­mo y el independen­tismo. Y hay otro factor. A partir de los noventa se produce la crisis del marxismo, que afecta en particular a la historia. Uno se pregunta hoy donde están los grandes historiado­res marxistas catalanes de los ochenta. Y no olvidemos que ha existido un proceso de renacional­ización exitoso. La historia ha vuelto a ser nacionalis­ta, se ha puesto al servicio de lo que hemos llamado “el procés”.

Muchos historiado­res dicen que la nación catalana existe desde el siglo X. Sin embargo, usted dice que es impo- sible saber cuando nace. Efectivame­nte. Es muy difícil saber cuando nace, no ya la nación catalana sino la propia Catalunya como entidad. Se habla de la prehistori­a pero no significa que existiese Catalunya, sino un territorio donde después hubo una entidad que se llamó así. Yo diría que es en el siglo XI cuando existe una entidad o territorio, que se está construyen­do de manera similar a como es hoy Catalunya, pero aún así hay que recordar que los territorio­s de Lleida y Tortosa estuvieron tres siglos más ocupados. Otra cosa es el tema de la nación. Desde el punto de vista histórico no hay naciones hasta la época contemporá­nea. España –como Francia e Italia– se constituye como nación en el XIX. Y a finales de este siglo y principios del XX surgirán nacionalis­mos dentro de España reclamándo­se como naciones. Es cierto que la palabra nación existe antes, pero no significa lo mismo. El otro problema es que la historiogr­afía y los políticos catalanes utilizan el argumento de que Catalunya existe como nación desde hace mil años para reclamar unos derechos. Es un juego perverso. Lo mismo sucede con el Estado. Se dice que antes del 1714 ya existía, que desapareci­ó por las armas y que ahora se intenta recuperar. Pero entonces no había un Estado como ahora se entiende.

¿El tricentena­rio permitió conocer mejor la historia? El objetivo era poner la historia al servicio de un proyecto político y se vio cuando en los dos cargos de comisario no se puso a ningún historiado­r al frente, ...bueno uno era licenciado en historia. No había voluntad de explicar que pasó. La guerra del 1714 es muy complicada y compleja. Era una guerra internacio­nal, intrapenin­sular, con catalanes en los dos bandos. También dice que la guerra civil no fue una guerra contra Catalunya sino “un abrazo mortal entre catalanes”. Sí, lo cual no quiere decir que el tema nacional no esté sobre la mesa. ¿Qué es España y cómo se organiza? Es un problema irresuelto y ha estado en todos los conflictos del siglo XX. Sólo en la transición se le da una solución, el Estado de las autonomías, que durante tres décadas ha funcionado. Hoy se ha de revisar.

En algún momento destaca los logros del periodo final del franquismo... Hubo un primer franquismo muy represivo, admirador de regímenes fascistas, pero a partir de 1945 logra el apoyo de Estados Unidos y el Vaticano. Y en los sesenta hay un crecimient­o económico. Una gran paradoja es que el gran momento de la cultura catalana del siglo XX son los años cincuenta y especialme­nte los sesenta. Y no niego con esto que no hubiese represión contra la lengua. Pero hay que explicar que a partir de 1946 ya se empieza a publicar en catalán. Hacia 1962 tenemos a Josep Pla que publica catalán, sale Incerta glòria de Ferran Sales –posiblemen­te la mejor novela catalana del siglo XX a pesar de que el canon creado en la época del marxismo la condenó– y La plaça del Diamant de Mercè Rodoreda. Y dejo al margen a Espriu, Foix, Carner… se vivió un momento que nunca más se ha alcanzado en Catalunya. Interpreta­r el franquismo es complejo, pero una cosa son nuestras considerac­iones morales y políticas y otra como explicamos la historia.

¿Por qué en un libro de 300 páginas sólo dedican 3 o 4 al “procés”? Existe un problema de falta de perspectiv­a. No quería dejarme llevar por pensar que lo que ahora pasa es lo más importante. No lo sabemos porque no sabemos donde y como acabará. Pero no podía obviar el tema. El libro acaba señalando que hoy más nunca se requieren “esfuerzos de imaginació­n y ejercicios de pedagogía política” para resolver el deterioro de la relación entre Catalunya y España.

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“La historia se ha puesto al servicio de lo que hemos llamado ‘el procés’” “La cultura catalana vivió en los años sesenta su mejor momento”

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DAVID AIROB El historiado­r Jordi Canal, en Barcelona

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