Batllori, dibujante del Tebeo
Merecido homenaje del pueblo de Teià al dibujante Antoni Batllori Jofré. Gracias a la exposición comisariada por su hijo, Toni Batllori, el espectador fondo bibliográfico (y numerosos dibujos) –visitable durante todo el año– para divulgar su figura a través de iniciativas, como el dietario que Toni Batllori, cuelga cada día en la cartelera de la Unió, la casa de cultura.
Hijo de familia acomodada, Batllori destacó por sus inquie- se puede introducir en la personalidad de un autor que en la belicosa década de los treinta accedió a los domicilios catalanes a través del realismo y detalle de sus dibujos en publicaciones tan populares como el TBO o Patufet. La muestra es uno de los puntos culminantes del año Batllori que celebra esta pequeña localidad del Maresme, a la que en el 2003 la familia cedió el tudes artísticas. A los 13 años empezó a trabajar en la esmaltería Viñado, con el primer director de la Escola Massana, Miquel Soldevila. Allí, inspirado por un libro de la colección de Patufet, entró en contacto con Folch i Torres, a quien decidió mostrarle sus dibujos y de quien obtuvo una tarjeta de presentación para Junceda, del cual ya no se separó. Junceda incluyó sus dibujos en la revista Esquitx y abrió sus colaboraciones en Patufet. En 1933 dibujó para publicaciones como Jordi e ilustró cuentos para la Sociedad General de Publicaciones. En el 34 empezó a trabajar para TBO, Pocholo y Ancora, entre otros. Un año después, en Avant, Día Gráfico, Mapa Mundi, La Familia, Mundo Católico y Editorial Salvatella. La guerra le marcó profundamente y tuvo que abandonar Barcelona. Acabó en los campos de concentración de Argelés y Estella.
De vuelta a Barcelona empezó a trabajar en películas de dibujos animados, con los Escobar, Muntañola, Mestres, Abadal y recuperó sus colaboraciones en Bruguera o Salvatella, manteniendo la asiduidad en Patufet y TBO.