Es preferible reír que llorar
Estos días, lanzado y alegre, con la barriga prominente y la risa desabrochada, Miquel Iceta ha batido récords en la red bailando con expresión de niño travieso que hace reír a los cenizos y contagia la felicidad a todos. Do not stop me now. Iceta no se quiere detener. Al parecer, lo pasa bien en campaña. Y lo celebra a la manera de los adolescentes de finales de los setenta cuyo rito de paso a la noche de los adultos era la fiebre bailonga de Travolta. A su lado, Pedro Sánchez, hierático como un actor del Hollywood en blanco y negro, no sabe si reír o hundirse bajo tierra; no sabe si hacer el travieso como Sancho Iceta o mantener su envarado rictus de Quijote tímido. Sánchez, finalmente, como todos los que le acompañan en el mitin, también se marca unos tímidos pasitos de baile: ¡el poder de la alegría es extraordinario!
Durante los largos años que ha ejercido como intelectual orgánico de aquellos capitanes socialistas que, al llegar al generalato, atacados por el vértigo no supieron qué hacer con el poder, Iceta siempre se ha mostrado irónico y diverti-
MIQUEL ICETA Quien está siempre de broma cree que ya habrá tiempo para las cosas serias
do. Hay quien se pregunta, sin embargo, de qué se ríe, Iceta, ahora que el barco del PSC va a la deriva. Quizás lo hace por razones defensivas: reírse de uno mismo es la mejor manera de evitar que los demás se rían de ti. Pero quizás su risa responde a una razón trágica: Leopardi, en el Zibaldone, sostiene que atreverse a reír cuando las cosas van mal es tan heroico como atreverse a morir. Pero Kafka no sería tan benévolo con Iceta: en sus diarios dejó escrito que quien está siempre de broma cree que ya habrá tiempo para las cosas serias. Y, sin embargo, el tiempo se acaba.