Innovación y equidad
Si miramos los resultados, la escuela catalana ha conseguido sostenerse con grandes esfuerzos durante la crisis. También podemos celebrar que tenemos una nueva ley de formación profesional y más plazas para esta etapa clave, o que hemos esquivado los principales peligros de la ley Wert. Pero hemos retrocedido en muchos aspectos: tenemos menos maestros para más alumnos, hemos dificultado el acceso a la guardería a muchas familias y el modelo educativo se ha empobrecido desde que el Departament d’Educació pasó a llamarse “d’Ensenyament”.
Hace falta un giro radical en la política educativa basada en la innovación y la equidad. Tendremos que apostar por promover la innovación en nuevos modelos de aprendizaje, la autonomía de los centros y la calidad de los maestros. La inversión educativa tiene que crecer, y en lugar de tapar las grietas que ha dejado la crisis, este dinero ha ir destinado a garantizar el apoyo a las escuelas con más dificultades sociales y a crear una nueva política de becas que cubra desde las necesidades básicas a las extraescolares.