La Vanguardia

Un convento acoge a Kapoor

El escultor británico reacciona a los ataques vandálicos a su obra en Versalles

- RAFAEL POCH Lyon

Con su obra, Dirty corner –que la vulgaridad mediática bautizó como La vagina de la reina–, recién vandalizad­a en Versalles, el escultor Anish Kapoor expone una llamativa serie de espejos y siliconas pigmentada­s en la décima tercera edición de la Bienal de Lyon que abrió el jueves, hasta el 3 de enero, bajo el tema general La vida moderna.

El marco del capítulo Kapoor de esta bienal –con múltiples escenarios en la espléndida ciudad de los dos ríos– es el convento dominico de La Tourette, situado a unos 25 kilómetros de Lyon, rodeado de una naturaleza en su día bella y hoy agobiada por una densa red de carreteras, grandes líneas eléctricas, de ferrocarri­l, polígonos y centros comerciale­s que estrangula­n a la campiña. La vida moderna, sin duda. Junto al castillo de La Tourette, el convento de hormigón aparece entre árboles como algo pesado, feo y gris. Parece un mal sueño pero visto del interior mejora.

“Esta arquitectu­ra, rigurosa y sin concesione­s, nos remite a nosotros mismos, es como un espejo: si no estás bien contigo mismo te expulsa y te rechaza”, explica el hermano Marc Chauveau, comisario de este encuentro y uno de los diez monjes que habitan el lugar. El convento invita cada año a un artista desde 2009 y Chauveau soñaba desde entonces con traer a Kapoor (Bombay, 1954), un autor que mezcla las influencia­s que están en sus raíces mestizas y experiment­a con los espejos desde su Sky mirror de Nottingham (2001). “Al llegar me sentí como en India”, explica Kapoor, que menciona la obra de Le Corbusier en Chandigarh. Cuando hizo el convento, en 1959, el arquitecto, de cuyo fallecimie­nto se cumple ahora medio siglo, tenía fresca

la realizació­n de su ciudad india.

“Me impresionó su humildad y receptivid­ad hacia el lugar: llegó y escuchó este sitio”, dice Chauveau, que se declara “escandaliz­ado y herido” por las pintadas antisemita­s y católico-integrista­s sufridas por la Dirty corner en Versalles, una especie de enorme trombón metálico emplazado en los jardines del palacio con la idea de “entablar una discusión con André Le Nôtre”, el paisajista y jardinero de Luis XIV. Pero la discusión vino por otro lado: 10.000 ciudadanos firmaron un manifiesto a favor de la retirada de la obra y una “Cordinació­n de defensa de Versalles” puso pleito por ver en ella, “una obra de guerra británica” contra “nuestra joya nacional”. Las pintadas –la obra ha sufrido hasta tres ataques distintos– fueron el último capítulo y Kapoor se declara partidario de mantenerla­s; “porque expresan cierta visión que Francia tiene sobre sí misma”, dice encogiéndo­se de hombros. “A veces sucede que haces una obra y ocurre algo a lo que tienes que reaccionar porque te atrapa”, dice el artista, que el miércoles fue recibido en el Elíseo por François Hollande en una especie de desagravio. Hollande aprueba la decisión de Kapoor de mantener las pintadas –que denuncian, “un anómalo activismo judío” y proclaman que “la reina ha sido dos veces ultrajada”– para darle al episodio un “carácter pedagógico”. Todo esto es, por supuesto, bastante anecdótico al lado de la propia obra aquí expuesta y de la bienal lionesa en general, pero como sujeto mediático más candente impone su ley. Y para colmo, explica el artista, un cargo electo de Versalles le ha denunciado por mantener las pintadas in situ: “fomenta el antisemiti­smo”, reza la denuncia. El resultado de todo ello: “desagradab­le, muy desagradab­le”, dice Kapoor.

La obra expuesta en La Tourette, “no pretende lanzar ningún mensaje, sino experiment­ar”, explica el artista. Los espejos juegan con la luz del lugar. La textura de las siliconas y de las ceras sintoniza con las arrugas e imperfecci­ones del hormigón. En la capilla del convento, su espacio central y lugar en el que Le Corbusier genera una espiritual­idad austera de gran sobriedad, Kapoor ha colocado un espejo circular y volumétric­o de aluminio que apunta hacia arriba y da la sensación de estar suspendido. “Era un lugar crítico porque es un espacio en el que no hay nada que añadir”, explica. No son obras nuevas sino cosas que creyó que se adaptaban al lugar, dice.

L A OPINIÓN DE LES CULTOR Kapoor es partidario de mantener las pintadas a su ‘Dirty corner’ y darle un carácter pedagógico

REACCIONE SANTE EL ATA QUE El artista de origen indio fue recibido por François Hollande en un acto de desagravio

 ?? JEAN-PHILIPPE KSIAZEK / AFP ?? Interior de la capilla del convento dominico de La Tourette, con un espejo circular de aluminio de Anish Kapoor en el centro
JEAN-PHILIPPE KSIAZEK / AFP Interior de la capilla del convento dominico de La Tourette, con un espejo circular de aluminio de Anish Kapoor en el centro
 ?? FRANCOIS GUILLOT / AFP ?? Pintadas vandálicas sobre el Dirty corner, de Kapoor, en Versalles
FRANCOIS GUILLOT / AFP Pintadas vandálicas sobre el Dirty corner, de Kapoor, en Versalles
 ?? JEAN-PHILIPPE KSIAZEK / AFP ?? Anish Kapoor dialoga con el hermano Marc Chauveau, comisario de la exposición, en el convento de La Tourette, frente a una de las obras de la muestra
JEAN-PHILIPPE KSIAZEK / AFP Anish Kapoor dialoga con el hermano Marc Chauveau, comisario de la exposición, en el convento de La Tourette, frente a una de las obras de la muestra

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